Guardia de cine: reseña a «Siete hermanas» (2017)

Título original: «Seven Sisters». 2017. 124 min. RU. Dirección: Tommy Wirkola. Guión: Max Botkin, Kerry Williamson. Reparto: Noomi Rapace, Glenn Close, Willem Dafoe, Robert Wagner, Pål Sverre Hagen, Chico Kenzari, Adetomiwa Edun, Lara Decaro, Christian Rubeck, Vegar Hoel, Ioachim Ciobanu, Stig Frode Henriksen, Jeppe Beck Laursen, Edouard Philipponnat, Cameron Jack, Caroline Gombe

Una cinta en la que Noomi Rapace pudo haber gastado todo su repertorio actoral interpretando siete personalidades distintas aunque unidas por un vínculo uterino

¿Qué tendrán las desasosegantes futuros distópicos que la Literatura y el Cine de ciencia-ficción caen rendidas a sus pies? Retratar a los supervivientes del colapso de una civilización tras una guerra nuclear, una invasión alienígena, un desastre medioambiental o una pandemia global, ha sido la obsesión de autores y directores, dejando tras de sí títulos tan memorables como «Mad Max», «El último hombre vivo en la Tierra», «Cuando la eternidad nos alcance», etc. Y esta misma película, con la que he cerrado la última frase, adaptación de la novela «¡Hagan sitio! ¡Hagan sitio!», de Harry Harrison, es la que nos puede servir de paralelismo con la que va a ser objeto de recensión a continuación, una que pasó desapercibida para mí durante años, protagonizada por la actriz Noomi Rapace, a quien conocimos a la hora de visionar las cintas del universo negro creado por Stieg Larson y de la que se perdió su pista tras «Prometheus».

Harry Harrison, con datos estadísticos de la mano, imaginó, a mediados de los años 1960, un siglo XXI donde la superpoblación sería un acuciante problema, unido al cambio climático que afectaría a grandes extensiones de cultivos y ganadería. Un mundo en el que la población se hacinaría en ciudades, malviviendo y pasando hambre; y parecido panorama es el que presenta «Siete hermanas», un futuro en el que sería necesaria la implantación de una ley de “hijo único”, que legitimaría la persecución y detención de hermanos y familias numerosas, así como de mujeres embarazadas que incumplieran la norma. 

El inicio de la cinta plasma un mucho actual, amenazado por el clima cambiante y la falta de recursos a medio plazo: el ser humano como especie provocará su propia extinción; pero, treinta años después de la entrada en vigor de la Ley, conoceremos a Karen Settman quien, en realidad, son siete mujeres, siete hermanas físicamente idénticas, pero con personalidades individuales (de la más pedante a la más humilde, de la más medrosa a la más arrojada, de la más fría a la más inmadura, de la sexualmente más abierta a la más frígida, de la más dulce a la más arisca), nacidas justo al momento de implantarse la prohibición, siendo educadas en secreto por su abuelo materno (Willem Defoe) en un espacioso ático, preparándolas para asumir una única identidad. Cada una fue nombrada con uno de los días de la semana, siendo que Lunes podrá emerger al exterior los lunes, Martes los martes y, así, sucesivamente, con el único propósito de sobrevivir e, incluso, prosperar gracias a un personaje ficticio que toma el nombre de la madre de todas, muerta al darlas a luz. Juntas, las hermanas desarrollarán a Karen Settman y aspiran a un ascenso crucial dentro de la entidad financiera donde trabajan.

El giro, dentro del ambiente claustrofóbico de una ciudad atestada de gente y donde impera un estado policial permanente, donde los hermanos son “procesados” mediante un supuesto sistema de criogenización (¡ejem!), se dará cuando Lunes no regrese del trabajo, momento a partir del cual comenzará a cundir el pánico entre las hermanas, que han de reconstruir los pasos dados por Karen Settman el día anterior, siempre temerosas de que su tapadera haya sido descubierta. Es entonces cuando comienza una carrera desenfrenada, genial, pero que exigirá poco del público para que comprenda la naturaleza de la desaparición de Lunes.

La película está bastante bien ordenada, aunque no sé si he llegado a comprender bien del todo la escena final. Como en una producción de Tarantino, se divide en capítulos (en días de la semana, mejor dicho), en los que cada una de las hermanas toma las riendas de la acción, todas ellas muy bien interpretadas por Rapace, pues no solo estamos ante personajes que se distinguen por su corte de pelo bajo la peluca de Karen Settman, sino por su lenguaje hablado y corporal. Eso sí, los flashbacks de cuando eran niñas y estaban al cuidado del abuelo pasan de ser omnipresentes a “desaparecer en combate”, negándonos la posibilidad, por ejemplo, de saber cómo o porqué Defoe sale de escena durante la edad adulta de las hermanas.

Por su parte, Glenn Close es la que identificamos con la bruja del cuento, la mala malosa que es capaz de lo más bajo moralmente para obtener un objetivo que, en frío, es hasta loable: salvar a la Humanidad de un futuro de carencias por culpa de la superpoblación (y a su última intervención en la cinta me remito). Es justo ahora cuando me recorre un escalofrío al comprobar, gracias a mis conocimientos en distopías e Historia, que regímenes impulsados por el odio racial y la eliminación de aquellos que no superan ciertos estándares, como el nacionalsocialismo alemán, se habrían presentado como una solución al problema medioambiental para un planeta que, según algunos criterios, solo podría soportar el ritmo actual de explotación y abuso con una población humana máxima de trescientos millones de individuos.

Examiné la carátula del DVD con alto interés y no me ha defraudado en absoluto. He estado pegado a la pantalla, siendo que la incorporación tardía de Terry, el policía enamorado de Karen, y detalles como los de una ciudad superpoblada donde los solitarios viven en pisos enormes o la falta de respuesta a cómo pudieron estar ocultas siete hermanas durante treinta años, con la carga de alimentación y medicamentos que esto supone, apenas me han irritado la piel.


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