Guardia de literatura: reseña a «El Círculo», de Dave Eggers


Título original: «The Circle»
Penguin Random House
Grupo Editorial, Barcelona
Primera edición: octubre de 2014
Traducción: Javier Calvo
ISBN: 978-84-397-2908-2
445 páginas
Una novela impactante; un aviso a navegantes sobre el peligro, otro más de los embozados en democracia y bienintencionalidad, que acecha a la libertad individual

El mes pasado tuvisteis la oportunidad de leer la reseña a la película «El Círculo», la cual tiene un argumento que hizo implosionar mi cerebro. Entonces os dije que estaba basada en una novela que, según todos los indicios, tenía una fuerza crítica mucho mayor y que dejaba lo que llegó a las pantallas en un simple e inocencia juego de jardín de infancia.

Vaya si era verdad…

No me costó mucho dar con la obra literaria ni ponerme a devorar sus páginas, gratamente impresionado por la capacidad narrativa de Dave Eggers, quien va formando una gran bola de nieve dispuesta a ser lanzada pendiente abajo y no dejar indiferente a nadie, a través de su excelente prosa y una composición sin capítulos, solo descansos, y una división en “tres libros”, que marcan los estadios de Mae Holland, la protagonista, desde que entra a trabajar en la empresa de Internet más vanguardista del mundo hasta que cierra el círculo.

Y tras terminar de leer la novela (o, mejor dicho, mientras la leía), no podía creer que el mismo Eggers dulcificara y simplificara tanto la trama para el cine. Me pregunto qué le llevó a ello. Es más, ¿por qué la Mae Holland literaria es tan distinta a la cinematográfica? No hablo únicamente del plano físico, sino también del ético y moral individual, pues el personaje que interpretó Emma Watson es capaz de conservar algo de control y visión más allá de las paredes que rodean a la empresa en la que trabaja. Pero la protagonista original termina convertida en una fanática integrista que se adapta a la dinámica de El Círculo con docilidad y de forma activa.

La evolución de Mae hacia su radicalidad comienza desde el instante en el que acepta tragar todo lo que se le ponga delante; llegando a dejar de cuestionarse hasta lo absurdo de las escenas que vive durante sus dos primeras semanas de trabajo. Algo que me parece imperdonable que se omitiera de la cinta fue el aumento constante de pantallas y monitores sobre la mesa de trabajo de Mae, quien comienza con dos para terminar con nueve y unos auriculares a través de los que contesta diariamente miles de preguntas de márquetin. A Mae le encanta y acaba por no cuestionarse nada, por verlo todo de color de rosa, pues se afirma y reafirma que los trabajadores de El Círculo son humanos y no robots, aunque ella es la primera que se hará robot, la primera que se lanzará con alegría a trabajar hasta altas horas de la madrugada y, de paso, a desvelar cualquier recodo interior, anulando su humanidad. Tanto es así que, cuando alcance la celebridad dentro del Campus, Mae será la que comience a crear proclamas del estilo “Tener secretos es mentir”, entre otras de corte orwelliano, desarrollando una hambre voraz por saberlo todo y por “salvarlos” a todos. Mae comienza a convencerse que todo lo que esté fuera de El Círculo es caótico, sucio y odioso, llegando a anular las relaciones con sus padres y con Mercer, a quienes considera estúpidos y desagradecidos por desestimar la ayuda que les puede brindar, tan solo a cambio de sacrificar su privacidad e intimidad (incluso las relaciones sexuales son públicas). Siguiendo primero las directrices de sus superiores jerárquicos, como bondadosos y empáticos líderes de secta, Mae entiende que todo el mundo ha de estar dentro de El Círculo y ser feliz, adaptarse al nuevo mundo que ella ayuda a crear con su influencia sobre millones de personas tras hacerse “transparente”. Mae termina siendo hipócrita, falsa y traidora, una dictadora en potencia que pone un rostro dulce y comprensivo a la cámara, pero que es fácilmente irritable cuando se le lleva la contraria. Cree que colabora a formar una sociedad segura, pero lo que conseguirá será formar un mundo despreocupado, donde todo estará controlado, nada será privado y las opiniones serán siempre públicas, hasta el punto de que se conocerá a qué partido vota cada quien; quién sabe si una sociedad en la que se legalicen los linchamientos de los "disfuncionales" que se atrevan a cuestionar a la masa “democrática”.

En la película se moderó y mucho la presentación de Soulsearch y, aunque Mae da la idea en una reunión de la Banda de los 40, no se mostró nada del programa Demoxie, que plantea la obligación de votar si se quiere seguir utilizando los sistemas de El Círculo y sus redes, que serán obligatorias para todo usuario de Internet (incluso se propone que sea ilegal no tener cuenta con esta empresa). Pero si lo de Demoxie ya impresiona por los efectos que provocan paranoia en Mae cuando descubre que hay gente a la que cae antipática, más lo hará la transformación de la protagonista mientras dirige la búsqueda de Mercer, quien se esconde en los bosques de Oregón: ésta, con una sonrisa y un tono de voz dementes, insiste en “capturar” a Mercer, pues, ¿cómo pretende éste huir de ella, que es su “amiga”?

También se templó la relación de Mae con Annie, pues en la novela hay hueco para envidias y sospechas, siendo que la desaparición de la deuteragonista no se deberá a una pérdida de confianza dentro de la cúpula de poder o por tener conciencia de las consecuencias de que El Círculo siga adelante. No, señor.

Vamos, si hasta el personaje de Khalden y su relación con Mae es eliminada…

Este mundo futuro literario (a medio caballo entre «1984» y «Un mundo feliz»), que, al contrario que la película, sí es de ciencia-ficción por introducir activamente elementos de tecnología como “tablets” de retina, no convierte a la protagonista en la heroína bienintencionada y humilde que vimos en la pantalla (más allá de lo que Mae se crea en su fuero interno de iluminada), alguien que destruye el verdadero Mal; sino que vemos a un monstruo que se une a Él convencida de que es lo mejor y que es el bien absoluto. Mae incluso llega a compararse con los presidentes de gobierno. A falta de que Eggers se anime con la continuación, quien sabe si Mae terminará siendo la presidente del mundo; una nueva novela que daría continuidad a la terrorífica escena final, con Mae junto a la comatosa Annie y revolviéndosele el alma porque quiere (necesita) saber qué piensa y sueña su amiga aún en ese estado, pues, ¿acaso Mae no es el reflejo humano del tiburón ciego de los abismos de las Marianas que lo engulle todo en cuestión de segundos ante la mirada orgullosa de su captor?

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