Guardia de cine: reseña a «Funeral en Berlín» (1966)
Una trama de espionaje, intriga y tensión que se mantiene en plena forma y fresca, incluso, divertida sin sacrificar ni un ápice drama
A la sombra del Telón de Acero, aún cuando su fraguado estaba fresco, surgió una ingente cantidad de obras de ficción e intriga cuyo paisaje era el de una ciudad dividida y plagada de secretos compartidos. Obras que les valieron el éxito y la fama a John le Carré y a otros en menor medida.
La separación física entre dos mundos que monopolizaron el destino y las pesadillas de millones de personas durante décadas era un excelente caldo para el entretenimiento.
Uno de estos relatos sirve a la película que hoy reseño, provista de ese sutil y distinguido toque de los años 1960, donde las lealtades traicionadas dan pie a desvelos y convencimientos peligrosos. Protagonizando la cinta está Michael Caine, que da vida al cínico e irónico Palmer, agente de la Foreign Office, quien es enviado a Berlín para tantear lo que se esconde de verdad bajo las intenciones de desertar de un alto oficial encargado de la vigilancia del Muro; pero la cosa se complica por culpa de la identidad falsa que se le va a proveer: la de un nazi fallecido durante la guerra, o eso es lo que parece. Los papeles del tan Paul Louis Brown serán disputados incluso por el Mossad… Pero, ¿A qué viene tanto interés por un muerto?
La historia parte de los planes de fuga del oficial soviético y la red que opera entre ambas Alemanias, para centrarse en el asunto de Brown, que monopoliza la pantalla y descoloca al espectador con el funeral en sí, porque, aunque entendamos la jugada final, no así cómo se llega a ese punto.
Michael Caine está brillante, quien es más inglés y pesimista que nunca, siempre con una jocosidad hiriente en la punta de la lengua para cada réplica; irreverente como pocas veces se le ha visto. Plasma a la perfección la imagen del agente de Inteligencia desencantado, pero leal, aunque también rebelde e incontrolable.
La trama es de espionaje, intriga y tensión, nada que ver con la de un James Bond que por entonces comenzaba a acumular títulos sobre la espalda. «Funeral en Berlín» se mantiene en plena forma y fresca; dirías que fuerte e, incluso, divertida sin sacrificar por ello el drama.
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