Guardia de cine: reseña a «Los rateros»

Título original: «The Reivers». 1969. EEUU. 1 h. y 52 min. Tragicomedia, adaptación. Dirección: Mark Rydell. Guión: Harriet Frank Jr, Irving Ravetch, basándose en la obra de William Faulkner. Reparto: Steve McQueen, Sharon Farrell, Ruth White

No hay nada de malo en saber qué hay más allá de los límites de tu hogar, aunque sea solo para valorar mejor lo que tienes y a aquellos que te rodean

Steve McQueen emanaba un aire de sinvergüenza simpático del que le resultaba prácticamente imposible desprenderse. Sin pretenderlo, era el candidato perfecto para encarnar a Boon en esta adaptación de la obra homónima de William Faulkner (publicada 1962 y por la que recibió el premio Pulitzer); quizá convencido para aceptar el papel porque buena parte del metraje se tiró al volante de un coche, aunque fuera uno que fue nuevo y potente allá por 1905: un Winton Flyer amarillo.

«Los rateros» es una historia muy divertida que gira en torno a Lucius, un chaval de once años, nieto del potentado local, quien, gracias a una combinación de casualidades y mentiras absurdas, iniciará una corta pero intensa aventura sobre cuatro ruedas que lo llevará, junto al par de descerebrados de Boon y Ned, hasta Memphis, en un recorrido que le introducirá en la pubertad, en esos primeros pasos que le harán un hombre-niño, viéndose forzado a experimentar un dédalo de sentimientos, desde el amor más inocente hacia una prostituta al remordimiento más penitente por el cariz de sus propios actos, pasando por el éxtasis de la victoria reconocida en una carrera de caballos o al miedo más reverencial ante la autoridad adulta.

La película, abundantemente regada con música compuesta por John Williams, mucho antes de conocer a George Lucas, y por un continuo carrusel de escenas cómicas, sirve de vehículo de tensión donde Lucius va creciendo, aunque en el DVD visionado muchas estaban sin pasar por el estudio de doblaje, a pesar de su importancia capital; solo hay dos posibilidades: o bien se ha perdido el material sonoro en castellano o bien fueron metros de cinta cortadas en su versión de 1969 y añadidas ahora para la ocasión. Sea como fuere, sin dichos momentos buena parte de la historia quedará huérfana y no comprenderemos otros que les siguen, conduciendo a una película mutilada en la que el principal perjudicado será el protagonista y narrador de la aventura juvenil.

La lectura de la obra es fácil: no hay nada de malo en saber qué hay más allá de los límites de tu hogar, aunque sea solo para valorar mejor lo que tienes y a aquellos que te rodean.

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