Guardia de televisión: reseña a «Sangre de Zeus» (2020)

Título original: «Blood of Zeus». 2020. 8 capítulos de 30 min. EEUU. Dirección: Shaunt Nigoghossian. Guión: Charley Parlapanides, Vlas Nigoghossian

Ocho capítulos que conforman una temporada que no sé si será única, pero que dejará muy buen sabor de boca a aquellos que fuimos niños y disfrutamos con «Furia de titanes», de 1981

La mitología, provenga del punto terráqueo del que provenga, siempre sufre de mutilaciones. Nació de la tradición oral y no todas las historias acabaron en tabillas o pergaminos; y ese detallito es el mismo del que se han servido Charley y Vlas Parlapanides para crear y escribir esta serie de anime centrada en los dioses griegos y sus cosas sin que se toque una sola letra de los textos antiguos.

Para “variar”, tenemos otro rifirrafe olímpico por culpa de los líos de faldas de Zeus, aunque no recuerdo que Hera llegara con sus celos y el pus de herida abierta por la infidelidad tan lejos como en esta serie. Un rifirrafe que surge cuando Zeus se enamora de la reina Electra y se disfraza algunas noches con el rostro de su violento marido, el rey Periandro, tirano de Corinto, aunque la divinidad siempre será dulce con la desgraciada esposa. Compartiendo lecho con ambos hombres, Electra quedará embarazada de mellizos, siendo uno fruto de la relación matrimonial y el otro de la extramatrimonial. El brutal rey se enterará del engaño tras el alumbramiento y se lía con la intervención de Zeus y, claro está, con la de la celosa Hera, siendo que ambos hermanos se criarán muy lejos de palacio alguno, quedando Herón, el héroe, al cuidado de su verdadera madre, en un pueblo que el dios del rayo protege de la mirada de la diosa del matrimonio, y Serafín, el antihéroe, con una sirviente leal a la reina Electra y que, por el odio que germinará tras el asesinato de sus seres queridos, acabará convirtiéndose en demonio al comer de la carne de un titán. 

El resentimiento de Hera se agitará hasta el punto de dividir el Olimpo en dos y declarar la guerra a Zeus, a quien quiere ver muerto. Para eso no dudará en hacerse valer de peones muy poderosos y peligrosos en su lucha contra su infiel marido y Herón, el bastardo que más aborrece de entre los que ha engendrado su díscolo consorte.

Aunque la historia en sí sigue la línea acostumbrada por la mitología griega, quiere (y lo consigue), imprimir una pátina de individualidad que se potencia con su violencia (en ocasiones, exagerada y para público adulto, pues perdí la cuenta de cuerpos desmembrados y con las entrañas fuera), y la alta calidad de producción general que se nos permite vislumbrar en los títulos finales de crédito. A decir verdad, los diseños de los gigantes me parecen una pasada, a pesar de lo poco que aparecen, así como Zeus y Hera o las tres parcas. Pero, en contraposición, los personajes, todos, no se ven muy desarrollados y sí un tanto planos a pesar de que son interesantes, como por ejemplo la amazona Alexia o los humanos Evios y Kofi. Tampoco la lucha entre hermanos parece muy equilibrada, pues Herón parece importarle poco el destino de Serafín y este último, a pesar de la maldad titánica, se muestra demasiado inclinado a atraerlo a su causa apelando a lo que les une.


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