Guardia de cine: reseña a «Jackie Brown»

Título original: «Jackie Brown». 1997. 154 min. EEUU. Dirección: Quentin Tarantino. Guión: Quentin Tarantino (novela: Elmore Leonard). Reparto: Pam Grier, Samuel L. Jackson, Robert De Niro, Robert Forster, Bridget Fonda, Michael Keaton, Michael Bowen, Chris Tucker, Lisa Gay Hamilton, Tommy 'Tiny' Lister, Sid Haig, Aimee Graham

La tercera película de Quentin Tarantino es un ave raris en su línea fílmica, pero no por ello deja de ser una magnífica obra (incomprendida por el amplio público)

La historia que Tarantino plantea para su película de 1997 es la adaptación (hay quien dice poco original), de la novela de 1992 «Rum Punch», escrita por el prolífico escritor Elmore Leonard. Y es un giro bastante curioso en el planteamiento de Tarantino, que luego retomaría hasta límites absurdos en «Kill Bill». Es como si de pronto alguien le dijera, “Quentin, amigo, córtate un poco con el tomate, ¿eh?”, y es que la violencia, aunque existe, se reduce a la “palabrótica” y la física a la mínima expresión pues, habiendo tres asesinatos, no se ve nada de ellos: o están fuera de cámara o el tiroteado da la espalda. En sangre falsa ahorraron cantidad esta vez.

¿Será que, en el fondo, nos apetece y mucho la violencia extrema y gratuita para saciar en la ficción cierta vena salvaje?  ¡Bah!

La narración, en homenaje al género Blaxploitation (cine setentero dirigido al público negro con tramas hiperviolentas), da comienzo con una escena de la que brotará un argumento que seguramente a muchos les costó seguira pesar de que es el típico de jugada a dos bandas para quedarse con la pasta. Jackie Brown es una asistente de vuelo de la compañía Cabo Air que hace vuelos regulares entre Cabo (Méjico) y Los Ángeles, y entre viaje y viaje, trae pasta para Ordell Robbie, un traficante de armas de lengua y gatillo fáciles al que Samuel L. Jackson se ajusta con la lubricación habitual. Tantas veces fue el cántaro a la fuente que Jackie termina interceptada por agentes de la ATF, con Michael Keaton como rostro conocido, quienes la detienen no por llevar un montón de fajos de billetes, sino porque alguien le ha colado una bolsita de droga para Melanie, una de las novias de Ordell.

Mientras Jackie tiene sus problemas, Ordell también tiene los suyos, debiendo sacar de la cárcel a un “empleado” por el que no está muy contento y, luego, a la propia Jackie, quien llega a un acuerdo con la ATF en un juego en el que involucra a Ordell para poder llevar a los EEUU todo su dinero oculto en Méjico en un solo viaje, beneficiándose todos de la operación y burlándose a los federales. Y, entre medias, está el plantel coral, destacando el fiador Max, quien será una pieza clave para el plan de Jackie, quien ha de bordear toda clase de bajíos peligrosos con el aliento de la ATF y Ordell en la nuca. Un plantel coral que decepciona aun estando ahí el gran Robert de Niro, que encarna a Louis Gara, un pringado del quince, y Bridget Fonda, como Melanie, una toca pelotas a la que “matar” a polvos y punto.

El metraje es relajado, poco dinámico y prácticamente carente del humor que suele colarse en las producciones de Tarantino. Es una película de una seriedad y realidad indiscutibles, y no una nota desafinada, pero nada más


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