Guardia de cine: reseña a «El retorno del Rey» (2003)

Título original: «The Lord of the Rings: The Return of the King». 2003. 201 min. Nueva Zelanda. Dirección: Peter Jackson. Guion: Peter Jackson, Fran Walsh, Philippa Boyens (Novela: J.R.R. Tolkien). Reparto: Elijah Wood, Viggo Mortensen, Ian McKellen, Sean Astin, Andy Serkis, John Rhys-Davies, Orlando Bloom, John Noble, Miranda Otto, David Wenham, Bernard Hill, Billy Boyd, Dominic Monaghan

De las tres películas que conforman «El Señor de los Anillos» de Peter Jackson, ésta fue la única que visioné habiéndome antes leído la novela

fui con la historia fresca en las yemas de los dedos, quizá por eso mi visión y juicio fueron diferentes, más bien enfocados a detectar las variaciones del guion con respecto a la obra original que en disfrutar del metraje, la acción y la música, como hice con las dos anteriores partes.

Aunque no sea el mejor título de la trilogía fílmica, es la más larga y ambiciosa, la llamada a cerrar todas las líneas argumentales, razón por la que tuvo que dársele tantos finales que confundieron a los espectadores que comenzaban a levantarse de las butacas incluso con Frodo y Samsagaz abrazados y rodeados por la lava del Monte del Destino. Por un lado, me parece hasta comprensible el error entre el “respetable”, pero solo había que mantener los dos dedos de frente para darse cuenta que solo se había solventado el hilo de Gollum (cumpliendo la profecía de Gandalf), y el de Sauron. Si la película (como la novela), se titula «El retorno del Rey», quedaba por ver, como poco, la coronación de Aragorn como rey de Gondor, ¿no? Tras lo cual habría que seguir con el resto de hilos: el destino de los rohirrim, Fáramir de Gondor y Eowyn de Rohan, los elfos, la Comarca, Gandalf…

Creo que el montaje fue lo que provocó la estampida y regreso a regañadientes al asiento para aquellos que fueron a verla más por compromiso social que por gusto. Mientras, yo me hacía aguas mayores imaginariamente sobre sus cabezas y mascullaba en privado un “¡que esto no ha terminado, mamotretos!”. Yo jugaba con ventaja, lo reconozco, mas no iba a abandonar mi butaca hasta que comenzaran los títulos de crédito o, incluso, un poco más tarde.

La versión cinematográfica me supo muy a poco y esperaba que ciertos pasajes tuvieran mejor trato en el extenso montaje final del director, pero no fue así. Serán cosas mías, pero la escena de Samsagaz en Ciric Ungol, en la entrada, merecía más cariño, pues es muy importante en su lucha contra el poder maligno que anidaba en Mordor y en el Anillo único. También me hubiera gustado que el ejército de espectros hubiera sido como el de la novela o que en la batalla de los campos del Pelennor se mostrara a todos los pueblos de los hombres libres que combatieron por Gondor, no solo a los rohirrim, así como el senescalado provisional hasta la coronación. 

Como ya adelanté en su día, me gustaba más el Aragorn de Viggo Mortensen de «La Comunidad del Anillo», siendo que la interpretación en esta tercera parte es bastante arrogante; y así, otras tonterías, pero, mirad, no merece la pena.

Lo que sí fue un acierto, aunque en su momento fue duramente criticado por los más talibanes de entre los fans de Tolkien, fue la forma en la que escribe el punto final de Saruman. Yo, personalmente, lo agradecí, pues me habría supuesto un maltrago ver la Comarca mancillada y devastada que se encuentran Frodo y sus compañeros novelescos al regreso al Norte (maltrago que también era innecesario en la trama y que me entristeció sobremanera). Entiendo que se pretendía, por parte de Tolkien, dar a entender que la guerra se extiende sobre todas las cosas, que no se pueden quedar ajenas e incólumes; pero yo (como muchos), necesitaba volver a ver Hobbiton tal y como estaba durante el centésimo décimo primer cumpleaños de Bilbo Bolsón.

Cuando terminé de ver por primera vez estos 240 minutos de edición extendida, me resultaron insuficientes (al contrario de lo que sucede con «El Hobbit», con el que habría sobrado incluso dos películas). Sí, soy un pesado, pero se advierte la necesidad de meter más material para compensar todo el título y darle una mayor coherencia temporal (Jackson vuelve a fallar en escenas que suceden a un mismo tiempo, siendo que algunas se desarrollan de forma anormalmente rápida, como la curación de Eowyn y Faramir, con su historia de amor incluida).

Quedará en el recuerdo la última batalla de Theoden y la destrucción del rey brujo de Angmar. Quedará en el corazón la despedida en los Puertos grises y el regreso de Sam a casa. 


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