Guardia de cine: reseña a «Educando a Rita» (1983)

Título original: «Educating Rita». 1983. 110 min. Reino Unido. Dirección: Lewis Gilbert. Guion: Willy Russell (de su libreto de obra de teatro). Reparto: Michael Caine, Julie Walters, Michael Williams, Maureen Lipman, Jeananne Crowley, Malcom Douglas, Geoffrey Quigley

Es evidente que estamos ante una oda al esfuerzo y a no renunciar a mejorar

Cometí el error de creer a pies juntillas que esta película era una revisión diegética de «My Fair Lady», con una bruta que, en buenas manos, se convierte en una persona culta que pasa de gusano a mariposa. Error porque aquí ni hay apuesta, ni conejillo de indias ni tutor intachable.

Rita es una chica de 26 años, criada en un seno obrero que, con tozudez, se enfrenta a todo y a todos con tal de alcanzar un sueño como es el adquirir cultura y estudios superiores. Su marido y parte de su familia se opondrán a ella tras matricularse en el curso para adultos de Literatura, pues para estos, Rita solo es un útero procreador de nuevos y pequeños proletarios, sin más cabeza que aquella que usa para lucir extravagantes peinados. 

Como iba diciendo, Rita sigue hacia adelante, sorteando los obstáculos y los cantos de sirena que tratan de arrastrarla a una vida patética, esclavizada a un trabajo sin porvenir, a la cerveza y los cantos de pub de los fines de semana.

Como guía tendrá a Frank, un profesor de universidad alcohólico, incapaz de guardar las formas en clase y que cree que lo de Rita es algo pasajero, hasta que se da perfecta cuenta de que no es así. La relación entre ambos pasará por altibajos a medida que Rita va “creciendo”, adquiriendo unos conocimientos que la llevarán, en poco tiempo, a obtener su título superior. Por su parte, el mundo de Frank se desmorona a media que el alcohol le nubla hasta el punto de que le da igual que su mujer le sea infiel con el rector de la universidad.

Rita tiene en Frank a un maestro al que seguir y Frank tiene en Rita a una alumna por la que acabará sintiendo un apego desconocido en él, así como un temor a perderla cuando ya no tenga nada más que enseñarla.

La película, muy ochentera (sobre todo en el plazo de banda sonora), mantiene una línea alta en todo momento. Cuenta con una duración justa para no agota al espectador, quien es consciente plenamente del avance temporal gracias al cambiante cambio de look de Rita, ahora Susan para sus compañeros de clase, que pasa de choni a normal.

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