Guardia de cine: reseña a «Las flores del diablo»
Plantel internacional de lujo para tratar el incipiente problema de la droga a nivel mundial, desde Grace Kelly (narradora) a Trini López, pasando por Yul Brynner, Angie Dickinson, Omar Sharif o Rita Hayworth
Aunque la película ya cuenta con sus años y poquísimos supervivientes, la cuestión que plantea está aún vigente. Cierto es que trata de una época en la que este veneno tan solo lo consumían los ricos y los hijos de papá, sin que aún se hubiera abierto a los barrios más humildes, como sucedería durante los años ’80 gracias a la droga procedente del continente americano, pero ahí está la cosa.
Los campos afganos de adormidera siguen estando ahí, como los controles en la frontera afgano-iraní y las redes de distribución hacia Europa, así como los capitales que mueven la droga sin pudor por todo el mundo. Y esta película trató de lanzar una mirada seria, cruda y entretenida sobre la cuestión: desde los muertos que provoca la lucha contra el tráfico ilegal hasta los drogadictos dentro las familias de los protagonistas.
La cinta retrata una larga operación de lucha antidroga que intenta de cortar una de las cabezas europeas de hidra. Para ello es necesario comenzar desde el origen, desde Afganistán, pero la cosa comienza mal, pues el plan para privar a los traficantes de un cargamento acaba con la muerte del agente Benson. Ahí es cuando irrumpe una pareja de agentes de las Naciones Unidas, uno inglés y otro norteamericano, que colaborarán en un proyecto que comienza en Teherán y que acabará en el famoso Tren Azul galo, pasando por localidades como Nápoles o Montecarlo y con constantes encuentros nada fortuitos con la supuesta viuda de Benson. El glamur de los años ’60 queda patente en el metraje, pero sin que se melle la aspereza del trasfondo, en un guión de intriga que llega a buen puerto para los intervinientes que sobreviven y con una posproducción que no nos priva de la fea costumbre de aquellos tiempos de acelerar las escenas de lucha y persecución, que quedan (y quedaban) ridículas.
En general, el público califica a la baja esta película de Terence Young, basada en una historia de Ian Fleming, sin embargo es magnífica en su planteamiento, a pesar de que parezca un tanto inocente.
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