Guardia de cine: reseña a «Cazafantasmas» (2016)

Título original: «Ghostbusters». 2016. 117 min. EEUU. Dirección: Paul Feig. Guion: Katie Dippold, Paul Feig. Personajes: Harold Ramis, Dan Aykroyd. Reparto: Melissa McCarthy, Kristen Wiig, Kate McKinnon, Leslie Jones, Cecily Strong, Chris Hemsworth, Andy García, Michael K. Williams, Neil Casey, Matt Walsh, Nathan Corddry, Mark Burzenski, Pat Kiernan, Nick Austin, Bill Murray, Ernie Hudson, Sigourney Weaver, Dan Aykroyd, Charles Dance

Sabía bien que esta película es mala. Pero, voy, y me pillo la versión extendida por eso de sufrir este despropósito durante más de dos horas

Se dijo en su día (y a modo de justificación), que el fracaso de esta producción se debió a una supuesta respuesta machista del público en general. “Claro: como el cuarteto protagonista es femenino en su integridad…” ¡Paparruchas! El problema estriba en que la cinta es incapaz de ser honesta con el espíritu original y todo se muestra a través de un prisma que choca contra nuestras retinas. Bien lo dejó grabado Steven Spielberg en una entrevista: «E.T.» triunfó porque se hizo en los ’80. Si se filmara hoy un remake contando la historia de un extraterrestre pardillo dejado atrás por su familia en una estación de servicio llamada Tierra, no iría ni el Tato a verla. Hay películas que marcan una época, pero porque están producidas en dicha época.

Volver a narrar el argumento de los cazafantasmas en el s. XXI, a modo de reinicio de la franquicia, sin otro asiento con el original que servirse de forzados y fugaces cameos del reparto original, a excepción del por entonces ya fallecido Harold Ramis (a quien se le dedica la cinta) y Rick Moranis, pero “incluyendo” a Slimer y hasta el hombre de malvavisco, no es la solución

¿Cuál sería esa solución? Los toros se ven fabulosos al pasar, sobre todo detrás de la barrera, y yo, en mi falta total de experiencia, voz y voto, habría abogado por un cuarteto femenino de alumnas de Venkman, Stantz y Spengler que hubieran recibido por herencia o por traspaso el negocio. Pero esto es un reboot que pretendía tener continuidad si atendemos a la escena escondida al cierre de los títulos finales de crédito, a la que ninguno de vosotros habrá llegado, y que nos deriva al malvado ser que se cuela en la azotea del edificio donde residía Dana Barret (véase, «Cazafantasmas» (1984)).

Dan Aykroyd e Ivan Reitman pinchan en hueso (me ha dado hoy por lo taurino), con esta producción con la que querían revitalizar aquello que aseguraba sus pensiones multimillonarias y sacar rédito a costa de unas nuevas generaciones ya curadas de espanto (se desquitarán luego con «Afterlife», a la que nos dedicaremos en breve). Aunque el guion tiene ciertos elementos interesantes, como el comienzo en la tétrica mansión o la relación durante la adolescencia entre Abby y Erin, lo demás es un compendio de chorradas que alcanza su cenit con el bailecito disco ante el Hotel Mercado. Yo es que no sabía dónde meter la cabeza y, encima, no fue el único contoneo durante el metraje… Tampoco sabía dónde poner los ojos cuando pasaba ese cutrísimo Cadillac Fleetwood Station Wagon que pretendía imitar al original Ecto-1.

Si algo tiene gracia en la película, sin pasarse, es el repartidor de comida asiática, Chris Hemsworth haciendo de “secretaria rubia tonta” y Holtzman, un trasunto dialéctico entre Venkman y Spengler. Y-na-da-más.

Los efectos especiales están bien, en la línea de cualquier película de alto presupuesto de la última década, aparece Bill Murray haciendo de doctor escéptico, Sigourney Weaver en los créditos, Ozzy Osbourne durante un segundo, y actores de la talla de Andy García y Charles Dance, pero no cuela. 

Esta nueva versión es repelente.


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