Guardia de cómic: reseña a «Puerto estelar» (2021)


Planeta & Janés
Primera edición: marzo de 2021
ISBN: 978-84-01-02520-4
272 páginas

Divertidísimo cómic que, a la fuerza, recuerda a determinados productos ya consumidos

Nunca me atrajo ni la literatura ni la adaptación televisiva de la saga «Canción de Hielo y Fuego». Es más, George R. R. Martin se me antoja un tío que quería escribir novelas históricas, pero pasándose la Historia por el forro.

Pero aquí no estamos para cantar, cuan bardos de tercera categoría, de las bondades y negligencias de la narrativa de fantasía de Martin, sino de su faceta, que me parece más interesante, dada la ciencia-ficción.

«Puerto estelar» es la adaptación al cómic de unas notas de Martin para el capítulo piloto de una serie de televisión que no llegó a fructificar (me apostaría algo que de mediados-finales de los ’90), y que fue publicado en EEUU por Bantam en 2019. Sin hacer viajes en el tiempo ni nada por el estilo, se nos plantea un presente en el que la especie humana ha entrado en contacto con civilizaciones extraterrestres (más bien al revés). Diez años atrás, en Copenhague, Singapur y Chicago aterrizaron naves alienígenas con la propuesta para la Humanidad de formar parte de la Armonía, una suerte de Unión estelar que reúne a más de tres centenares de especies desarrolladas. Nosotros seríamos la especie nº 315.

En cada una de estas tres ciudades se comenzó a construir puertos para las naves interplanetarias y a existir cierta convivencia entre especies. Los aliens no tuvieron mejor fortuna que aterrizar en Chicago, una de las ciudades más violentas de los EEUU, por lo que no es extraño que Martin ponga en primera línea a los hombres y mujeres de una Comisaría en concreto, que han de mantener la paz al coste que sea entre ciudadanos, comerciantes, turistas y diplomáticos de toda constitución, aunque entre sus miembros se cuenten xenófobos e individuos de toda calaña, pero con placa. 

Las relaciones entre especies son tensas, más si cabe porque no solo los humanos son arrogantes y violentos. No estamos ante “marcianitos” elevados moralmente y bienintencionados, y eso es un acierto.

Como apenas son unos apuntes, casi no hay desarrollo a pesar de la ingente cantidad de páginas que conforman el volumen compuesto por las planchas dibujadas por Raya Golden, quien también se encargó del guión. Una conspiración para asesinar a un delegado alienígena que puede suministrar a la Humanidad unidades de energía que durarían años (con el problema del paro que crearía en la Tierra), y su resolución.

Al final de cuentas, lo que uno termina leyendo es una divertida historia gracias a sus protagonistas y deuteragonistas. Sin duda, mi favorito es uno que apenas tiene presencia pues su entrada en acción es tardía: un alienígena que es una enorme cabra bípeda que se dice experto en la Tierra gracias a las series de televisión y que imita a Kojak. 

Ésta es una historia que bien puede ser un nada sutil plagio a «Top Ten», de Alan Moore, pues aquí hay mucha imaginación en cuanto a especies y un cierto regusto a «Canción triste de Hill Street»

El dibujo, a decir verdad, me parece francamente mejorable, más si cabe cuando Raya Golden es alguien con un buen currículo. Se aprecian ciertas viñetas en las que prefiere servirse de trucos baratos de principiante para “no perder el tiempo” y cae en incoherencias, como con el pelo de la teniente Kelleher, que protagoniza un crecimiento y decrecimiento anormal de cabello que creíamos exclusivo de Shun, el caballero de Andrómeda.

La portada misma es una síntesis perfecta de lo que vais a encontrar dentro del volumen: alienígenas, policías y diversión.


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