Guardia de cómic: reseña a «Seraphim 266,613,336 Wings», de Mamoru Oshii y Satoshi Kon

 

Editorial Planeta, SA. Barcelona
2014
ISBN: 978-84-15921-27-1
230 páginas

El fruto que no llegó a madurar en manos de dos de las mentes más portentosas del manga y el anime

El por desgracia desaparecido Satoshi Kon lleva tiempo cruzándose en mi camino. Últimamente más por medio de esa corta lista de sobresalientes películas de animación que logró dirigir antes de que una terrible enfermedad le llevara a una temprana muerte, ahora hace poco más de diez años. El último título que he disfrutado es «Perfect Blue», un extraño e intrigante filme de suspense y terror psicológico, que algunos han llegado a comparar con las obras maestras de Alfred Hitchcock y que advierte detalles propios de otra maravilla que estaba aún por venir: «Paprika».

Kon se ha convertido en una especie de obsesión, reclamando su puesto de honor entre los dioses del anime a los que sigo. Por eso, cuando descubrí que este genio colaboró en un manga junto a otro gigante como es Mamoru Oshii, me quedé boquiabierto y deseoso de abrir sus tapas y sumergirme en el trabajo de estos dos hombres que, hasta entonces, habían sido director y trabajador a sus órdenes en un equipo de animación ungido por la apetencia hacia la ciencia ficción y la distopía. Me lancé a la búsqueda de este «Seraphim 266,613,336 Wings», aunque fuera para luego sentirme hondamente decepcionado, pues fue un proyecto que no llegó a buen término, quién sabe si por los choques entre guionista (Oshii) e ilustrador (Kon), siendo publicado entre los años 1994 y 1995 en la revista Animage, pero quedando inconclusa.

Pero ésta es otra historia y tras esta presentación me pregunto yo: ¿cuántas obras de ficción existen que retratan a una humanidad futura cercada por las pandemias? En los tiempos que nos han tocado en suerte, desde finales de 2019 y este 2020, ese horizonte tenebroso saltó del papel y la pantalla a la pura y más dolorosa realidad. Por lo tanto, este «Seraphim 266,613,336 Wings» parece más bien una lectura involuntaria por parte de éste que os escribe.

El argumento lo resumo de la siguiente forma: en el s. XXI una extraña enfermedad, de origen y transmisión desconocidos (¿os resulta familiar?), asola el planeta Tierra y, en particular, a la especie humana. La llamada enfermedad de los pájaros o angelical provoca mutaciones en las aves, que llegan a medir varios metros de largo y a cambiar de comportamientos, afectando al tráfico aéreo; pero esto no es nada si lo comparamos con lo que nos toca en suerte: las personas que se infectan generan un mal que aparece al de un año de incubación, causa fuertes alucinaciones y una deformación muy especial, haciendo crecer en las espaldas de las víctimas unas protuberancias que serían alas si no se interrumpiera el proceso debido a la alta mortalidad.

Siendo que el primer brote se detectó en Asia (¿no os suena también?), estalló una crisis migratoria de gente que quería huir de la enfermedad, lo que llevó al pánico global. Los países que acogían a los refugiados se derrumbaban y desaparecían por no poder soportar sus economías tantas bocas que alimentar; los otros se blindaban y permanecían ajenos a las peticiones de auxilio. La guerra no tardó a señorear calles y campos, en enfrentamientos entre los más necesitados y grupos criminales. Ésta será la tónica para una Humanidad sin esperanza y hablamos de lo que pasa en la llamada zona “libre”, pues nadie se ha atrevido a poner un pie al otro lado de la línea de cuarentena, salvo un reducido y singular equipo formado por tres sabios de extraño pasado y naturaleza que responderán únicamente ante la OMS con los nombres de Melchor (un hombre que recibió el apodo de “Matapaíses”), Baltasar (un exmiembro de la OMS que diseñó las primeras y más que desafortunadas medidas y protocolos de actuación contra la expansión de la pandemia) y Gaspar (un afable en apariencia pero brutal Basset Hound que actuará como un mudo aliado y guardaespaldas (Oshii, ya te vale con lo de meter siempre a calzador a tu perro en todo lo que escribes)), que han de proteger a Sera, una niña de una etnia del interior de Asia cuyo crecimiento se detuvo diez años atrás, que es portadora de la enfermedad pero ni la contagia ni la desarrolla, y que lleva en su vientre la posible curación; una niña que ha de regresar a su pueblo para que sus mecanismos biológicos vuelvan a funcionar y para que esto suceda están estos tres reyes magos.

Aunque el tomo recopilatorio de los capítulos publicados es grueso (si le das al cómic europeo), ya sabéis cómo se las gastan en Japón con el manga respecto a su estructura y forma de contar una historia. La idea de Oshii, con la narración de Kon, es muy interesante y atractiva, cuajada de giros y acción, pero poco o nada se llega a desarrollar más allá de para dejar al lector con un palmo de narices, que accede a la obra con reticencia y, mediado el ejemplar, se engancha; sin embargo, no hay remedio, no hay forma de que sepamos cómo podría concluir «Seraphim 266,613,336 Wings», que fue concebida y abandonada hace veinticinco años; más todavía cuando solo queda vivo uno de los dos autores, su guionista, quien no parece estar muy dispuesto a darle continuidad con el buen hacer de otro ilustrador.

Tan solo nos resta disfrutar de este recopilatorio como lo que es: el fruto que no llegó a madurar en manos de dos de las mentes más portentosas del manga y el anime.


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