Guardia de cine: reseña a «El lugar que nos prometimos»

Título original: «Kumo no Muko Yakusoku no basho». 2004. 91 min. Japón. Animación, Ciencia ficción, Drama, Romance. Dirección y guión: Makoto Shinkai. Productora: ADV Films/CoMix Wave

El primer largometraje de Makoto Shinkai plantea una base interesante y afianza el modo de exponer de este director, pero es confuso y llega a saber bien poco

Acto seguido, tras terminar de ver «Your name», manipulé el reproductor de tal modo que comenzara esta «El lugar que nos prometimos». Quizá fue un error; un pecado propio de aquellos que tienen la precipitación por costumbre. Quizá debí darme un descanso antes de embarcarme en otra cinta de Makoto Shinkai, con sus ingredientes habituales, pero con una realización que dista de estar a la altura de la anteriormente referida. Puede que el problema radique también en la escasez de información para describir un mundo que más bien comprenderemos a través de la sinopsis de contraportada del DVD que por el propio desarrollo del metraje.

Shinkai se abandona esta vez (su primer largometraje) en los dulces brazos de la ciencia ficción, en concreto de las ucroníasen un mundo en el que la segunda guerra mundial duró varios años más y que acabó con Japón dividido y repartido entre EEUU y la URSS. En el lado soviético, desde 1974, se ha comenzado a construir una gigantesca y espigada torre (otra más en la evocadora bibliografía de héroes que buscan una meta a superar) que, por lo visto, sirve para acceder a universos paralelos, aunque de los cuales nada se nos cuenta, así como sobre el objetivo militar de semejante ingenio.

En la época “actual”, tres adolescentes forman un imperfecto triángulo amoroso, pero más sólido de amistad. Takuya e Hiroki son dos chavales que, con su habilidad y esfuerzo, construyeron un avión con el que llegar hasta la torre y admirarla de cerca. Aunque al precio de traicionar su propio secreto, ambos muchachos comparten sus preparativos con la dulce Sawatari, una chica que les dejará una profunda huella en el corazón y una tristeza gris y tenebrosa cuando, al día siguiente, ésta desaparece de forma misteriosa.

Tres años más tarde, Takuya e Hiroki se han distanciado, siendo que el primero forma parte de la investigación de universos paralelos y, de forma extraoficial, de un comando cuya misión es destruir la torre soviética y salvar al mundo; el segundo, por su parte (y quien nos recuerda mucho a Taki, del anime «Your name»), vaga prácticamente sin rumbo, sin otro motivo que seguir enfrentándose a cada nuevo día y poder recuperar a Sawatari, la cual lleva (lo sabremos en su momento) en coma desde que “desapareció” y cuyo estado tiene mucho que ver con el incremento de actividad de la tan traída torre.

Aunque la historia tiene su aquel, no me he sentido atraído por su desarrollo, que lo he advertido lineal y descuidado, pues apenas se nos revela nada de la cosmovisión generalizada en un universo distinto y que nunca sucedió en el nuestro: el enfrentamiento directo URSS-EEUU. Esa realidad, ese apunte de ciencia ficción, es inocua a una narración que vuelve a tratar de la desesperanza y soledad que causa la pérdida y la ausencia de algo sin lo que nos sentimos incompletos.

«El lugar que nos prometimos» me ha sabido a poco. Las piezas están ahí, formando una bonita historia, pero apenas tiene continuidad o representan un puzle que debería haber terminado con una última escena.

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