Guardia de cine: reseña a «Rocketman»
Título original: «Rocketman». 2019. 121 min. RU. Biopic. Dirección: Dexter Fletcher. Guión: Lee Hall. Reparto: Taron Egerton, Jamie Bell, Richard Madden Bryce Dallas Howar, Steven Mackintosh
Una personal visión biográfica, a modo de fantasía musical, en la que brilla la forma narrativa adoptada
Nunca me hizo especial gracia Elton John. Siempre lo vi como muy romanticón empalagoso; difícil de ocultar la aversión que producen piezas como «Sacrifice», por ejemplo. Aunque sí ha habido alguna canción que otra que he escuchado con mucho agrado como son «Tiny Dancer», «Cocodrile Rock» o la misma «Rocketman», pero en mi defensa he de alegar que cuando comencé a tener conciencia de la existencia de John todavía estábamos en los años 1980 y todos estos grandes dinosaurios (a excepción particular de Queen), iban muy a medio gas con respecto a lo que habían producido durante la década anterior.
Aún así, guardaba ganas por ver «Rocketman», importándome poco lo desagradable que terminó siendo para mí tragar con «Bohemian Rhapsody». La diferencia radica en que de los Queen conozco buena parte de su biografía y del Sr. John no tengo ni pajolera idea, por lo tanto, aunque me la metieran doblada no me iba a enterar (algunos entendidos con los que he consultado me han asegurado que apenas existen variaciones sustanciales, aunque sí estúpidas, como el hacer creer que John es por John Lennon, cuando no es así).
Este biopic no engaña a nadie, no aparenta lo que no es. Desde el minuto uno sabemos que adopta una visión narrativa en primera persona, a modo de confesión, muy original en su puesta en escena, a lo que siguen unos enlaces claramente dirigidos a hacer de la producción una fantasía musical. Estos dos elementos dotan a la historia de un dinamismo fresco y divertido, aún cuando te das de morros con los padres de John, que ríete tú de los tíos de Vernon y Petunia Dursley en cuanto a disfuncionalidad y falta de cariño, o unos profundos problemas de adicción que encerraban un grave problema de autoestima y psicológico.
Es justo esta forma de contar, con un acompañamiento musical a modo de versiones con los debidos arreglos que engarzan con el contexto, de lo que uno termina disfrutando de verdad. A destacar la inclusión de la misma canción que le da título al film, con ese intento de suicidio en la piscina y encontrándose el protagonista con su Yo de la infancia. También es maravillosa la escena de su primer concierto en el local angelino Trouvadour o cuando Elton comienza a sentirse solo (justo las mismas canciones que he dicho que siempre me han gustado). Es probable que más de una pieza haya cambiado de año de grabación, adelantándose o retrasándose, pero cada partitura es un adoquín en el camino vital de Elton John, hasta que se da cierre a la película con el ochentero «I'm Still Standing».
Me humillo ante la exquisita labor de dirección y montaje final.
Es igualmente acertado el que la franja temporal de la película se centre en un Elton John joven (muy generosos los de maquillaje con respecto a su alopecia), porque si fuera una producción que abarcara toda su carrera musical podríamos acabar vomitando en la sala de proyección. Se ha recogido lo justo y necesario, con sus momentos de brillo y miseria total; sin medias tintas. Sin chorradas ni mojigaterías.
Una biografía de una estrella de la música como nunca se va a repetir, de esas que solemos admirar y hasta queríamos emular en nuestros años mozos. Pero, visto lo visto, es una vida que incluso no desearíamos ni a nuestro peor enemigo.
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