Guardia de literatura: reseña a «El maestro y Margarita», de Mijail Bulgákov
Penguin Random House Grupo Editorial, Barcelona Prólogo: José María Guelbenzu Traducción: Amaya Lacasa Sancha 11ª edición: noviembre de 2020 ISBN: 978-84-9759-226-0 475 páginas |
Bulgákov se ceba con los gerifaltes del sector literario y teatral, así como en el concepto de vida de los rusos bajo el dominio de Stalin, siempre sometidos al control de las milicias, a la burocracia y a la corrupción
Tras la lectura de «Los huevos fatídicos» me comprometí a leer la obra más significativa de Mijail Bulgákov, una novela fantástico-romántica-bufonesca que fue cobrando forma entre 1929 y 1940, durante el periodo en el que fue vetado y expulsado de la vida cultural, y acabó falleciendo tras una larga enfermedad. Bulgákov sabía demasiado bien que nunca vería esta novela publicada y hasta es posible que, si la Parca no se lo hubiera llevado tan pronto, ésta tendría un cariz muy diferente en su necesaria corrección.
«El maestro y Margarita» nos lleva a Moscú en el momento en el que Satanás o Voland y sus tres secuaces y bufones, Asaselo, Fagot-Koróviev y Popota, hacen acto de aparición en la capital para revolucionarla con sus chanzas de mal gusto mientras organizan el baile anual satánico, para lo cual necesitan a una Margarita que lo presidia, la cual aparecerá casi mediada la novela, así como el maestro, estos últimos protagonizando su particular historia de amor.
A lo largo de cientos de páginas, donde prima el impacto del cuarteto diabólico, comenzando con sus interacciones con los humanos y llegando a la cúspide con el dúo actoral Koróviev y Popota en el Varietés, engañando, haciendo desaparecer a personas o mandándolas al psiquiátrico, asistiremos a la representación de tres líneas argumentales: la divertida y desenfadada (y casi inocente) orgía demoníaca, la historia amorosa entre Margarita y el maestro, y los capítulos de su novela prohibida dedicada a Poncio Pilatos (tras el que se esconde Stalin, según dicen los más entendidos).
Como en sueños, volaremos con Margarita, convertida en bruja, sobre una escoba a participar de un aquelarre y después del baile de asesinos del que la joven enamorada será reina, y a multitud de enredos sin solución por mucho que la Instrucción judicial moscovita se obceque en ello, ante la peligrosidad de que crezca de forma incontrolable el rumor de que el Diablo está en la ciudad y haciendo de las suyas.
Maravillosa de principio a fin, divertidísima cuando el gato Popota interviene con sus ocurrencias y glotonería, Bulgákov se ceba con los gerifaltes del sector literario y teatral, así como en el concepto de vida de los rusos bajo el dominio de Stalin, siempre sometidos al control de las milicias, a la burocracia y a la corrupción. También le gusta demostrar que a pesar de la imposición de la dictadura proletaria existen diferencias muy notables de clases, incidiendo Bulgákov en los literatos afines al régimen.
Eso sí, «El maestro y Margarita» no es una novela al uso. Es extraña pues no parece tener un hilo real conductor más allá de la sátira, sirviendo cualquier pretexto para la carcajada, para que suceda algo inesperado y absurdo, para volvernos locos como a muchos de los personajes sobre los que centran su atención los secuaces de Voland. Creo que hay que saber dónde se mete uno cuando abre las tapas de «El maestro y Margarita» para poder enfrentarse a sus más de cuatrocientas páginas y no flojear en la lectura. Por eso, quizá lo mejor para muchos sea concentrarse en sus obras más cortas.
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