Guardia de cine: reseña a «Estrella Oscura» (1974)

Título original: «Dark Star». 1974. 83 min. EEUU. Dirección: John Carpenter. Guion: Dan O'Bannon, John Carpenter. Reparto: Dan O'Bannon, Brian Narelle, Cal Kuniholm, Dre Pahich, Nick Castle, Miles Watkins, Joe Saunders. Voz: John Carpenter

El absurdo es constante, riéndose de la filosofía espacial y su metafísica, con unos hombres que van a la deriva en un bombardero sideral, sin reserva de papel higiénico, que cuenta con un navegante que es una inteligencia artificial y una bodega llega de ingenios termonucleares con su propia personalidad

Existen títulos de los cuales sólo se pueden encontrar en turbias webs o en el mismo Youtube, sin que nadie se preocupe por los derechos de autor u otras cuestiones legales. Esto mismo sucede con «Estrella Oscura», el primer largometraje firmado por John Carpenter como director, aunque muchos creíamos erróneamente que su debut fue con «Asalto a la comisaría del distrito 13».

«Estrella Oscura» nació con la idea de satirizar los filmes de ciencia-ficción sesudos, tanto a la semilla original como a sus copias posteriores. Me refiero, cómo no, a «2001: una odisea del espacio» y a su contrapartida soviética, «Solaris», aunque también se ridiculiza otros títulos míticos precedentes del género. Una sátira absurda en muchos aspectos, como en la excesivamente larga escena en la que el sargento Pinback (interpretado por Dan O’Bannon, compinche de Carpenter para muchas cosas en esta película), se enfrenta a la maliciosa mascota de la nave, un extraterrestre recogido en un planeta innominado que no es más que una pelota de playa con dos garras (se dice que esta escena sirvió luego de inspiración a O’Bannon para escribir parte del guion de «Alien» (1979), aunque diría que algo más de «Estrella Oscura» está en ese libreto).

Estrella Oscura es el nombre de una nave interestelar que lleva veinte años de misión (y los que la quedan), cuya tripulación ha de destruir planetas considerados “inestables” y que pueden ser un obstáculo para la colonización humana del espacio. Cualquier contacto con la Tierra alcanza ya un retardo de diez años (aunque esto es una licencia del guion, pues, en realidad, serían 58.7 años de retardo), y los cuatro hombres que aún sobreviven están sin guía tras la repentina muerte del comandante Powell, a quien se le mantiene criogenizado y “comunicativo” a identidad de los fallecidos en la novela «Ubik», de Philip K. Dick.

El absurdo es constante, riéndose de la filosofía espacial y su metafísica, con unos hombres que van a la deriva en un bombardero sideral, sin reserva de papel higiénico, que cuenta con un navegante que es una inteligencia artificial y una bodega llega de ingenios termonucleares con su propia personalidad. Y lo desatinado llegará a su cota cimera cuando la bomba nº 20, activada por un error del sistema por tercera vez, se niega a abortar la secuencia de detonación. Para evitar el desastre, y ahí está la guasa final, el teniente Doolittle tendrá que convencer a la bomba con una discusión, como poco, particular.

De idea compartida entre Carpenter y O’Bannon en sus tiempos de estudiantes, este debut tiene muchas carencias debido a un presupuesto total de apenas 55.000 dólares, lo cual no permitió grandes efectos, a pesar de que se los consideraba dignos de premio. Un debut que, según O’Bannon, debía ser de ambos escritores y no solo de Carpenter en solitario (tal y como se adjudica en los títulos de crédito), apunte este que llevó a que ambos rompieran su amistad.

Obviamente tenéis que ir preparados al visionado de esta película, a escuchar hablar del asteroide Fénix y de tablas de surf.


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