Guardia de cine: reseña a «Lucy» (2014)
Título original: «Lucy». 2014. 90 min. Francia. Dirección: Luc Besson. Guion: Luc Besson. Reparto: Scarlett Johansson, Morgan Freeman, Choi Min-sik, Amr Waked, Jan Oliver Schroeder, Julian Rhind-Tutt, Pilou Asbæk, Analeigh Tipton, Nicolas Phongpheth, Luca Angeletti, Loïc Brabant, Pierre Grammont, Pierre Poirot, Bertrand Quoniam, Pascal Loison, Pierre Gérard, Isabelle Cagnat, Frédéric Chau
Tiros, coches volando y efectos variopintos que harán las delicias de aquellos que gustan de mezclar la acción y la ciencia-ficción sin prudencia
Luc Besson es un director que, no sé cómo se las arregla, siempre cuela un conato de artes marciales y una persecución a toda la velocidad por las calles de París en la que salen, a la fuerza, muy mal parados los coches K de la Police Nationale. Sello o abuso de la casa. Pero, para esta ocasión, nos ofrenda con un cuento de transhumanismo en el que ha mezclado, diría yo, una pizca de Tetsuo («Akira»), Makoto Kusanagi («Ghost In The Shell») y David Bowman (en el último inciso de «2001: una odisea del espacio»). Lo agitó todo, se tropezó con unos tacones de aguja y sirvió un cóctel templado con una Scarlett Johansson muy sexy en medio de un chute descomunal que le permite abrir todas las puertas del cerebro (gracias, Angelina Jolie, por rechazar el papel). Un chute mucho más provechoso que el de Jason Stathan en «Crank».
Lucy Miller es una chica norteamericana que vive y estudia en Seúl. Hace poco que ha conocido a un capullo y esa relación tontorrona y sexual la lanza a ser “contratada” por una banda criminal de narcotraficantes surcoreanos que quieren introducir en Europa una droga experimental que es la sintetización del CPH4, sustancia naturalmente que produce una mujer durante el embarazo para el desarrollo de músculos y esqueleto del feto. La forma de llevar el compuesto es simple: se raja a la mula, se mete el producto dentro y, luego, ya se sacará, pero Lucy tiene la suerte de que uno de sus guardianes le propina una paliza que hace que reviente el paquete que lleva en sus tripas, tras una aparatosa cicatriz. La sustancia comienza a ser absorbida por el cuerpo de Lucy, permitiéndola acceder a conocimientos y poderes prácticamente divinos.
Perseguida por la banda de narcos y por el metabolismo de su cuerpo, Lucy ha de dar con el profesor Samuel Norman y transmitir su conocimiento antes de “morir”. Mientras, tiros, coches volando y efectos variopintos que harán las delicias de aquellos que gustan de mezclar la acción y la ciencia-ficción sin prudencia.
Eso sí, la cuestión científica en la que Besson se quiso meter no llega a cuajar. Aunque siempre ha existido la teoría de que solo empleamos el 10% de la capacidad cerebral, ciertos estudios (incluso anteriores al estreno de la cinta (2014)), se inclinan por desterrar algo que ha alcanzado el estatus de mito. Sin embargo, Besson propone una visión particular sobre la evolución (forzada por la droga en esta ocasión), del ser humano. Lo de bautizar a la protagonista con el nombre de Lucy es mucho más que un guiño hacia la famosa homínido: si la criatura rescatada del olvido representa un salto a la humanidad, la Lucy de Besson es un salto hacia el infinito.
Al final, como la mayor Kusanagi, Lucy acabará estando “en todas partes”.
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