Guardia de televisión: reseña a la segunda temporada de «The Mandalorian»

Título original: «The Mandalorian 2». 2020. 8 capítulos. EEUU. Dirección: Jon Favreau (Creador), Jon Favreau, Dave Filoni, Rick Famuyiwa, Bryce Dallas Howard, Peyton Reed, Robert Rodriguez, Carl Weathers. Guion: Jon Favreau, Dave Filoni, Rick Famuyiwa (Personajes: George Lucas). Reparto: Pedro Pascal, Gina Carano, Giancarlo Esposito, Sasha Banks, Carl Weathers, Timothy Olyphant, Horatio Sanz, Omid Abtahi, Mark Kubr, Barry Hanley, Michael Biehn, Rosario Dawson, Temuera Morrison, Katee Sackhoff, Bill Burr

La fiesta continua y a lo grande para los fans de la saga clásica. Esto es Star Wars de verdad

Se tuvo que trabajar y mucho la virtud de la paciencia cuando Din Djarin se hizo cargo de la misión de entregar al Niño a los Jedi; esperar tantos meses para darle al play y saber más de esta simpar “tribu de dos” nos resultaba un frustrante sacrificio al que pronto otras circunstancias restaron importancia. Pero, ¿cuántas veces vimos, desde aquella primera, los ocho capítulos de cortísima duración de la primera temporada de «The Mandalorian» para saciar ese agujero tan abisal que dejaron en la retina los olvidables Episodios VII, VIII y IX? ¿Demasiadas? Yo no voy a revelar aquí el número, pues esto no es una competición…

Terminada esta segunda temporada he de manifestar que sí, me ha gustado y mucho, pero no tanto como la anterior, en la que cada entrega me dejaba satisfecho. Aunque la calidad general no ha mermado y es de lo mejor que se ha producido en mucho tiempo para la franquicia Star Wars, junto a «Rogue One», estos capítulos del 9 al 16 sufren de una pérdida acuciante de intensidad sin que el abandono de la visión de túnel inicial y el adentrarse en un horizonte más amplio sirva de freno.

Puede que la culpa de todo, de esta sensación tan personal, la tenga el capítulo «El Marshall», el más largo y completo, donde se nos caen las bragas ante esa coctelería de western con la ochentera «Temblores» y un titánico dragón krayt que muchos deseábamos ver en acción desde que Obi-wan imitara su llamada para salvar a cierto paleto granjero de los merodeadores tuskens; un capítulo que nos anuncia el “regreso” del cazador de recompensas Boba Fett y cuya resurrección no sorprende a aquellos que hemos leído algo del universo extendido publicado entre 1978 y 1999 (y aquellos que también identificamos el nombre de Temuera Morrison en los títulos finales de crédito).

La culpa la tiene este sublime capítulo o, quizá y mejor dicho, los mediocres que le siguen, como son «La pasajera», «La heredera» y «La jedi», los cuales apenas tienen argumento alguno, siendo el peor aquel en que Djarin hace de taxista interestelar, cuyo fondo lo completan en exclusiva un mocoso verde tragando huevos como si fueran las horas previas de la cena de Nochebuena y un montón de arañas gigantes echándose sobre la pantalla y que tanto recuerdan a las de «Harry Potter y la Cámara secreta» (ambas escenas me causaron el mismo escozor de piel y asco). «La heredera» y «La jedi» corren la misma suerte que «El santuario» y «El prisionero» (números 4 y 6 de la primera temporada), que solo sirvieron para presentar personajes (en este caso rescatar): el de Bo Katan, cuya edad es un misterio para mí, pues la recuerdo de las guerras clon y con el mismo aspecto, y el de Ashoka Tano, la padawan de Anakin Skywalker, a modo de “adelanto” de su propia serie de televisión, pues aportar la chica no aporta nada: le presentan al amigo Grogu (que es como se llama en verdad el Baby Yoda), ve que el plan de entrenarlo la supera y se lava las manos. Y a todo esto, ¿«La pasajera» no será también un avance de lo que quizá se vaya a ver en «Rangers of the New Republic»?

Tampoco es que «La tragedia» cuente con un desarrollo muy esmerado. Boba Fett adquiere protagonismo, pero los treinta minutos de duración, con créditos, se hacen exiguos hasta la ridiculez.

Considero, salvo mejor opinión fundada, que junto al capítulo 9 destacan sobremanera los 15 y 16 y no solo porque Din Djarin evolucione como personaje y decida mostrar su rostro a seres a los que perdona la vida, en un salto más allá al protagonizado junto con IG-11 en Nevarro. «El creyente» es una magnífica historia bélica donde la escena de acceso a la base imperial me hizo recordar esos convoyes de camiones cargados hasta los topes por las rutas más peligrosas de Bagdad, y la de la cantina a aquella otra, diría que homenaje poco encubierto, de «Malditos bastardos», de Quentin Tarantino. Y el capítulo que cierra la temporada, Señor, es difícil de superar, aún con un deus ex machina de manual que salva a todos los héroes de morir por la mano de los androides soldados oscuros: Luke Skywalker repartiendo mandobles de sable láser, amigos míos, ¿qué más puede pedir un fan de la saga clásica? Nos humillamos todos ante el lumbrera que se le ocurrió algo así ante su portátil; ¡te amamos!

No me siento decepcionado con esta segunda temporada. Solo me limito a poner algunos puntos sobre las íes, entendiendo que el nivel de argumento se ha resentido, pero es algo que en nada desmerece, pues esto es Star Wars de verdad y lo demás… Bueno… Que cada uno complete la frase.


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