Guardia de ensayo: reseña a «Mi vecino Miyazaki: Studio Ghibli. La animación japonesa que lo cambió todo»

DIÁBOLO EDICIONES SL, Madrid
Sexta edición (edición definitiva). 2019
ISBN: 978-84-947700-4-3
320 páginas
Una obra recopilatoria de artículos/reseña de toda la filmografía de Studio Ghibli que, aún con sus sombras, es  un sentido homenaje a Miyazaki y los suyos que ningún aficionado debe perderse

Hablar de Generación Ghibli es hacerlo de un decano de Internet dedicado a las películas y noticias referentes al mítico Studio Ghibli, un estudio de animación que revolucionó el panorama del Anime en Japón y facilitó su penetración en Occidente por medio de títulos que solo pueden ser etiquetados como de únicos y excepcionales.

Y tanta información reunida, gracias a una afición que pasa a ser pasión, da para animar al menos pintado a escribir un libro sobre el tema (yo sé muy bien lo que se siente).

«Mi vecino Miyazaki» no es el primer libro que nace al albur de la plataforma Generación Ghibli, pero me parece adecuado comenzar el estudio de la bibliografía de la web a través de éste pues, al ser una recopilación de artículos-reseña de cada película, ofrece una visión global ajustada y comprensible, aderezada con una bella maquetación plagada de capturas de imagen de gran calidad y notas de interés que conforman una presentación de lujo (aunque hubiera merecido un postrero examen ortotipográfico más detallado).

Repartiéndose la tarea entre Álvaro López Martín, rostro visible del portal, y Marta García Villar, se presenta y se desentraña cada filme, a modo de textos divididos en epígrafes con los que se pretende no dejar nada en el tintero. Empero, muchos de los artículos han carecido de la suficiente inspiración durante su redacción y, más que establecer una ruta segura y lineal entre inicio y destino, vuelan en círculos sobre una idea que congestiona al lector desde el primer párrafo. Un ejemplo preclaro de lo que afirmo (y que no es el único), lo podemos encontrar con el inciso dedicado a «Haru en el Reino de los Gatos»: aún compartiendo la opinión del autor de que es una obra menor, tan solo un intento digno de salvar el trabajo realizado por un encargo publicitario cancelado, no me parece justo para el que lee que, a lo largo de todas y cada una de las páginas dedicadas al título, no se haga otra cosa que repetir la idea de su bajo nivel, intercalando notas que engañan, haciendo creer que se avanza, para luego regresar el mismo punto inicial. Para semejante viaje no hacían falta tantas alforjas.

Este error se reconoce en otros puntos del libro (por ejemplo, con «El recuerdo de Marnie»), que denota, a mi modo de ver la cosa, una necesidad de cubrir un número de páginas y cumplir unos parámetros de imprenta. Supongo que estaré errado.

Otro punto negativo es dar con artículos muy extensos sobre películas sobre las que no hace falta decir tanto. Un botón de muestra lo encontramos en el capítulo dedicado a «Cuentos de Terramar», una de las películas menos interesantes de la filmografía del Studio Ghibli y que recibe una atención desmesurada en detrimento de otras que merecían, quizá, más profundidad.

Y no quisiera cerrar esta línea sin volver sobre los vuelos en círculos, esta vez centrados en la cuestión del leitmotiv de Hayao Miyazaki e Isao Takahata para escribir y dirigir sus películas. Siempre se incide en lo mismo aún cuando no es necesario al resultar obvio.

En mi opinión, sujeta a la correspondiente tacha y réplica, esta obra, maravillosa por otro lado, debería haberse planteado de otra forma y dividida en dos partes: una primera dedica a cada a los responsables y al nacimiento, desarrollo y éxito del estudio, desde el día 0 hasta la actualidad, con una radiografía completa; y una segunda con la relación de títulos y sus reseñas, sin cargar al lector con el lastre de repetir plato y presentación, ni recordar aspectos, virtudes y defectos que ya se han tratado hasta la hez en la introducción.

De todos modos, nada de lo antedicho invalida el trabajo de Álvaro y Marta, quienes han escrito con pasión y desde el corazón. Lo han hecho sobre unas películas que a muchos nos han cambiado la vida y que han abierto las puertos de un mundo único y mágico. Ahora que hablo de esto, recuerdo con una sonrisa las fechas en las que se estrenó «La princesa Mononoke» en los cines españoles: tracé un plan para hacer pellas de la universidad y escaparme hasta la única sala de la capital que proyectaba la cinta, pero lo acabé abandonando ante el desconocimiento y confusión sobre las líneas de transporte público que debía tomar hasta la otra punta del mapa urbano. En mi vida me había arrastrado semejante urgencia. También recuerdo la sacudida que supuso visionar «El viaje de Chihiro» por primera vez o la única que entré en la historia narrada en «La tumba de las luciérnagas» (incluso leyendo la reseña en «Mi vecino Miyazaki» he llorado (Takahata, muchos te la tenemos jurada)).

Considero que «Mi vecino Miyazaki» es, sin género de dudas, un primordial y bonito homenaje que debemos compartir todos aquellos que amamos el Anime.

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