Guardia de cine: reseña a «Carga maldita» (1977)

Título original: Sorcerer. 1977. 121 min. EEUU. Dirección: William Friedkin. Guion: Walon Green basándose en la novela de Georges Arnaud. Reparto: Roy Scheider, Bruno Cremer, Francisco Rabal, Ramón Bieir, Peter Capell, Amidou, Friedrich von Ledebur, Joe Spinell, Jean-Luc Bideau. Música: Tangerine Dream

Una joya olvidada del cine de los años 70, marcada por una crudeza visual y un suspense sofocante.

Sinopsis de Carga Maldita, la película que desafía los límites del suspense

Dirigida por William Friedkin, Carga Maldita (1977) sigue a cuatro prófugos de la justicia que acaban atrapados en un miserable pueblo centroamericano, cubierto de desechos metálicos y humanos. Un vertedero ilegal de chatarra e ilusiones rotas donde malviven trabajando en la extracción de petróleo para una multinacional estadounidense protegida por un régimen militar.

Cuando insurgentes sabotean un pozo, surge una única solución: transportar cajas de nitroglicerina inestable por caminos imposibles. Dos camiones destartalados —Lázaro Sorcerer— cruzarán 300 kilómetros de selva, barro y barrancos, mientras sus conductores enfrentan la naturaleza, sus propios demonios y el riesgo constante de una explosión fatal.

Es una misión suicida que podría darles a los cuatro una pequeña fortuna y papeles para regularizar su situación. Conduciendo sin descanso, deben superar ríos desbordados, puentes en ruinas y carreteras erosionadas, enfrentándose también entre ellos y a una locura creciente, en una odisea que exige un alto precio.

Un estreno maldito

La película llegó a los cines apenas una semana después del fenómeno La Guerra de las Galaxias, lo que la condenó al fracaso comercial. Sin embargo, sigue siendo una obra magistral de cine de supervivencia, donde el hombre se enfrenta a la naturaleza, a los otros y a sí mismo.

Las escenas iniciales nos llevan a México, París y Jerusalén para presentar a los protagonistas: un ladrón, un terrorista, un asesino y un defraudador. Friedkin despliega una producción ambiciosa y cuidada al detalle, con una intención clara de impacto visual y narrativo.

Todo en esta película respira cine valiente y de alto riesgo.

Más allá de El Exorcista: el legado de Friedkin

Friedkin, reconocido por títulos como El Exorcista y The French Connection, entregó aquí una de sus obras más personales y viscerales. El rodaje en República Dominicana fue un verdadero infierno: selva intransitable, explosiones, barro hasta las orejas y logística extrema. La cámara nos traslada a un averno tercermundista sin concesiones, donde la brutalidad del poder y del petróleo deja huella en cada gesto, cada ruina, cada lápida.

Uno de los momentos más poderosos es el cruce del puente suspendido, en un paso agónico que condensa la tensión del filme. La carga frágil y maldita que transportan amenaza con segar sus vidas en cualquier instante, y esa amenaza constante es una de las grandes virtudes del relato.

¿Remake de El salario del miedo?

Aunque muchos la consideran una nueva versión de El salario del miedo (1953) de Henri-Georges Clouzot —basada en la novela de Georges Arnaud—, Carga Maldita va más allá: es más oscura, más cruda, más desesperanzada. Las interpretaciones de Roy Scheider y Paco Rabal son potentes, sumando peso emocional a una historia donde el suspense se transforma en tragedia.

La versión europea es más valorada por la crítica, pero la adaptación de Friedkin merece un reconocimiento propio y urgente.

Una carga que lo significa todo

En esta historia, los camiones no solo transportan explosivos: llevan el alma rota de quienes los conducen, sus errores, su desesperación, su última esperanza de redención. Cada kilómetro es una cuenta atrás, cada metro, una amenaza latente.

Más que un thriller, es una elegía brutal sobre la lucha del hombre contra lo incontrolable, en el mundo y dentro de sí. Puede parecer un argumento simple, pero su corazón late con una furia tan salvaje como la selva que lo envuelve.


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