Guardia de literatura: reseña a «Caballos lentos», de Mick Herron

Título original: «Slow Horses»
Traducción: Enrique de Hériz
Salamandra, Barcelona
Segunda edición: 2019
ISBN: 978-84-16237-28-9
380 páginas

Hacía muchísimo tiempo que no encontraba un título que quisiera leer sin parar

Como viene siendo más que habitual en mí, llegué a la obra de este escritor llamado Mick Herron a través de su adaptación a la pantalla. Ya os hablé en su momento de «Slow Horses», esa serie protagonizada por un Gary Oldman que, para variar, se sale en su papel, para el cual no se ruboriza a la hora de tirar un poco del Smiley que encarnó en «El topo», pero con los modales de Jackson Lamb (diría que Oldman se inspiró un poco de Torrente), el sarcástico, obeso y alérgico al jabón dueño y señor de la Casa de la Ciénaga, el vertedero a donde van a parar todos los agentes del servicio secreto británico que la han cagado a base de bien.

Me derivo, por tanto, a lo que ya comenté de la primera temporada televisiva de «Slow horses», que resume y desarrolla algo más la historia de este «Caballos lentos», desembarazándose un poco de lo que sobraba (como cierto personaje en la Casa cuya existencia destacar por haber sido mencionado en tres/cuatro ocasiones a lo largo de la novela y que no hace nada de mérito), así como dándole algo más de tensión al final, que en la novela parece un poco salvajemente acortado (aunque magistralmente narrado).

Mucho me temo que por lo que ya he dicho esta reseña va a quedar bastante escuálida para lo que me gusta a mí, así que iré a contaros mis impresiones sobre la forma de escribir de Mick Herron. Aunque tenía muy fresco en la memoria lo que vi por televisión, aunque sabía lo que iba a pasar, Herron tiene una prosa, una forma de expresarse sobre el papel que me ha extasiado. No puedo imaginar cómo habría sido la experiencia si hubiera llegado virgen al momento de abrir las tapas de esta novela. Hacía muchísimo tiempo que no encontraba un título que quisiera leer sin parar, sin tomarme un descanso, si quiera para echar una mirada de reojo a las pérdidas diarias y cotidianas de tiempo sobre la pantalla plana del Smartphone. Quería seguir, página tras página; devorarla. La forma de estructurar que tiene Herron, en escenas de corta duración pero con continuidad, así como la particular manera de describir los elementos que las componen, es un aliciente. Leer a Herron es muy divertido, y este hombre es capaz de crear una trama con unos personajes con los que cualquiera se puede sentir identificado. Aunque la pega es que las cagadas de los caballos lentos no me parecen para tanto, siendo personas en las que se ha invertido dinero público para su formación como agentes; no son en realidad (en apariencia) tan graves como para desterrarlos a una cárcel administrativa con la esperanza de que presenten su dimisión y así ahorrarse la Corona el importe de una indemnización por despido. Pero es lo de menos.

Si os soy sincero, hoy he llegado al punto final de esta «Caballos lentos» y no me importaría continuar con la segunda parte, con «Leones muertos». 


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