Guardia de cine: reseña a «Firefox» (1982)

Título original: «Firefox». 1982. 124 min. EEUU. Dirección: Clint Eastwood. Guion: Alex Lasker, Wendell Wellman. Novela: Graig Thomas. Reparto: Clint Eastwood, Freddie Jones, David Huffman, Warren Clarke, Ronald Lacey, Kenneth Colley, Klaus Löwitsch, Nigel Hawthorne, Stefan Schnabel, Thomas Hill, Clive Merrison, Kai Wulff

De entre las películas ochenteras, «Firefox» no es que ocupe unos de los primeros puestos, pero es de sobra conocida por todos

Dirigida, producida y protagonizada por Clint Eastwood, es la adaptación de la novela del mismo título, firmada por Craig Thomas, siendo una película con dos partes muy diferenciadas. Por un lado, ocupando dos terceras partes del metraje, está la trama propiamente de espionaje. La CIA ha de convencer como sea al piloto retirado Mitchell Gant, un veterano de Vietnam con la fatiga de combate ( como por entonces se denominaba al trastorno de estrés postraumático entre los militares), para que vuelva al servicio activo y acometer una misión muy específica. La URSS ha desarrollado un cazabombardero capaz de alcanzar una velocidad de mach 6, ocultarse de los radares y contar con un armamento controlado con la mente. Es el MIG-31, nombre en clave OTAN “Firefox” (no confundir con el real MIG-31 “Foxhound”), y es preciso robarlo para evitar que el enemigo comunista alcance una superioridad armamentística en el aire.

Gant es el mejor piloto, el hombre adecuado, pero su exilio forzoso en Alaska, así como sus escrúpulos ante las malas artes que se emplean en el juego de la Inteligencia y Contrainteligencia, pueden ser como cuchillas bajo sus pies descalzos. Gant ha de ser introducido en territorio de la URSS bajo una identidad falsa, asumiendo la de un hombre de negocios que, en realidad, es un traficante de drogas buscado por el KGB. Luego tendrá que ir sorteando, con ayuda de disidentes, los obstáculos que se presentan hasta llegar a la base donde se desarrolla el MIG-31.

La segunda parte está centrada en exclusiva en el propio Gant a los mandos del aparato, siendo entregada casi por entero a los efectos especiales en un vuelo no sin problemas sobre los cielos rusos y el océano ártico, así como al enfrentamiento dialéctico entre el primer secretario del PCUS y el coronel Vladimirov durante las operaciones para dar caza al prototipo robado antes de que salga de los cielos de la santa madre Rusia.

Aunque me encanta el género de espionaje, más aún el centrado en los años de la Guerra Fría, debo decir que esa parte de la trama en «Firefox» a veces resulta tediosa hasta más no poder. Da igual que estés paseándote por esas calles moscovitas, el sabor a humedad… es tremendamente aburrido lo que se cuenta. ¿Hay tensión? Sí. ¿Tiene el regusto propio de esas cintas de los ’70? Sí. Pero tiene algo que falla y no sé qué es. Luego está el final, que parece demasiado abrupto, aunque es tal y como lo deja la novela original (siendo que sirve de comienzo para la segunda parte escrita por Thomas en 1983, en la cual se describe cómo el Firefox resultó dañado y hundido en un lago de Finlandia y Gant capturado por el KGB).

Me pareció un poco raro también la cantidad de helicópteros del buque soviético Riga. ¿Cuatro en total?

Y la música compuesta por Maurice Jarre, en demasiados momentos, no casa con la escena. Un ejemplo de esto último es cuando el agente pro occidente Pavel Upenskoy, acorralado por el KGB, recurre a su pistola para quitarse la vida. Por encima de él sobrevuela el MIG-31 y la música es en plan épica-victoriosa. Hombre, le quita bastante drama al suicidio de Upenskoy.

Luego, durante la parte del vuelo finales, sus efectos especial, que en su día nos maravillaron, hoy se quedan en un cuatro, a lo que se suma que las líneas de diálogo de Eastwood en la carlinga llegan a ser insufribles. Únicamente destaco el tratamiento de filmación de las escenas de combate focalizándose en los pilotos. No es como en otras películas que sólo hay un fondo azul simulando el cielo: se ajusta a la meteorología de cada momento en el “exterior”, hay sensación de movimiento gracias a las sombras y luces, y el actor-director parece en ocasiones que realmente esté sufriendo los efectos de las fuerzas G.

Su nota media es de un suficiente y es lo que se merece.


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