Guardia de televisión: reseña a la primera temporada de «Sweet Tooth» (2021)

Título original: «Sweet Tooth». 2021. Episodios de 55 min. EEUU. Dirección: Jim Mickle, Betgh Schwartz, Toa Fraser, Robin Grace. Guion: Jim Mickle, Beth Schwartz, Christina Ham. Novela gráfica de Jeff Lemire. Reparto: Chistian Convery, Nonso Anozie, Stefania Owen, Aliza Vellani, James Brolin, Naledia Murray, Adeel Akhtar

A pesar de ser postapolíptica, terrible en el génesis, cuenta con un optimismo desbordante gracias a Gus

Conocí la obra de Jeff Lemire casi a la par que se anunciaba el inmediato estreno de su adaptación televisiva en la plataforma de NETFLIX (verano de 2021). Tuve tan solo la oportunidad de leer unas primeras páginas y, a decir verdad, éstas me dejaron un poco frío por la estructura narrativa así como por el pobre diseño y trazo de Lemire. Reconozco que, en cuestión de cómics, me inclino más bien por aquellos de trazo casi preciosista y menos por una producción que algunos etiquetarían, con mayor o menor fortuna, underground. Pero, esto, igual, es peor para mí.

Como podréis suponer, no pasé mucho más allá, por lo que vuelvo a reseñar una adaptación sin conocer al 100% el material original, aunque es tremendamente fácil, gracias a los “amigos” de Fotogramas y Wikipedia dar de antemano con todas las pistas, así como con las sutiles y no tan sutiles variaciones practicadas para la televisión sobre el argumento y los personajes del cómic: desde meros retoques estéticos a puras invenciones.

Lo terrible del asunto es que con «Sweet Tooth», nuevamente, me he tropezado con un hecho indiscutible: la ciencia-ficción ha descrito mil y una veces una crisis mundial causada por una pandemia de origen humano, por un virus que se escapa de un laboratorio y de origen desconocido. Lemire vio publicada su obra en Vertigo (DC) entre septiembre de 2009 y enero de 2013, ahí es nada. Y estas cosas ya saben diferentes tras el COVID.

Pero vayamos al asunto de esta adaptación apadrinada por el gran Robert Downey Jr., que es capaz de trasladar a la pantalla pequeña la esencia de esa obra que algunos han sintetizado en la frase “Mad Max conoce a Bambi”.

Para entrar en materia, en aquello de lo que va la serie, contaros que nos encontramos en un mundo que ha sido devastado por una plaga letal. Los muertos se cuentan por cientos de millones y, aún transcurridos diez años, la paranoia sigue latente entre los pocos supervivientes. Encima, desde el primer momento, está el extrañísimo fenómeno de los híbridos. Quién sabe si provocada por la plaga, todas las mujeres embarazadas dieron a luz a niños que eran mitad humano mitad animal: cabras, cerdos, búhos, lagartos, elefantes… Y parece que ellos tienen la clave para dar con una vacuna que erradique la enfermedad. Por su aspecto y por eso último que he dicho, muchos son rechazados y capturados por “Los últimos hombres”, una especie de milicia o grupo paramilitar liderado por el tenebroso general Douglas Abbot para experimentar con ellos.

Nuestro protagonista es Gus, un adorable muchachito con astas de ciervo (la verdad es que los del cómic eran unos niños un tanto tétricos), y un gusto exagerado y nada recomendable por el dulce (de ahí lo de Sweet Tooth, que es como en inglés se dice goloso), que vive oculto en el parque de Yellowstone junto a su padre, Richard, quien en pantalla es mucho más majo de lo que es el del cómic (donde era un fanático religioso). La cosa se tuerce cuando el padre fallece y Gus tiene que salir de los límites que lo han mantenido, aunque no por mucho tiempo más, a salvo de los cazadores. Y lo hará bajo la protección de Jeppard, un taciturno y rudo hombre cuyas intenciones primitivas eran bien distintas a las de servir de enorme ángel de la guarda, al que se le une la interesantísima Becky “Oso”.

A la par que todo esto se desarrolla, tenemos la historia del Dr. Aditya Singh, prácticamente creada por los guionistas para la serie y que da al personaje del cómic un giro mucho más amable. Siendo uno de los médicos que se enfrentaron a la primera ola de la plaga, hace todo lo posible para mantener a raya la enfermedad en el cuerpo de su mujer, Rani, mientras disimulan ambos en un barrio de supervivientes hipócritas que asesinan mediante el fuego purificador a todo aquel sospechoso de portar el virus. En el cómic, por lo que parece, ya lo conocemos trabajando para Abbot, experimentando con los híbridos, autopsias incluidas.

También está la línea de Aimee Eden, cuyo personaje no existe en el cómic, pero que aporta mucho al ser la responsable de un refugio para niños híbridos y que hará de madre de todos, en especial de Wendy, mitad cerdita, que será determinante en el futuro de Gus.

Lo que más me ha gustado es la presentación de la serie, con ese narrador invisible (en la versión original, con la voz de James Brolin), que nos va contando un cuento, hablando del tiempo, del pasado… dando entrada y salida a cada episodio. Así mismo, pocas veces he visto una serie que use los flashback con tan buen criterio para ir desvelando con suavidad el origen de los personajes y cómo les afectó la plaga que cambión el mundo para siempre; un mundo que se ha manifestado contra la presencia de los seres humanos quienes, al final, son los responsables de sus propios males.

Yo, la verdad, no puedo hacer otra cosa más que recomendaros esta serie. A pesar de ser postapolíptica, terrible en el génesis, cuenta con un optimismo desbordante gracias a Gus.

Mientras escribo estas líneas, hace unos meses que se estrenó la segunda temporada y se anunciado una tercera y final, que ya iremos viendo y reseñando.


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