Guardia de literatura: reseña a «Las dos después de medianoche», de Stephen King (1999)
Título original: «Four Past Mid- night» Traducción: Susana Constante RBA Promociones Editoriales SL, Barcelona 1999 ISBN: 84-473-1439-1 383 páginas |
Cogí este volumen de la estantería de la biblioteca por tener algo que leer. Hay momentos en los que no sabes decidirte por cuál pasillo adentrarte, así que la K de King siempre es una magnífica tabla de salvación; un salvavidas con letras mayúsculas. No quería ponerme al tema con una de sus obras más recientes ni con otras demasiado largas, así que me incliné por este recopilatorio de dos relatos que allá en los a comienzos de los años ’90 fueron editados como novelas independientes en muchos países.
King suele introducir al lector en sus relatos mediante una breve nota que los antecede. Siempre es interesante (y se agradece), que un escritor, sobre todo si es uno de su fama y talento, comparta la semilla que ha germinado en una historia. El primer relato, «Los lagolieros», se desarrolló tras soñar King con una mujer que, con su cuerpo, tapaba una grieta en el fuselaje de un avión de pasajeros; una mujer que, King se acabará dando cuenta, es un fantasma. Para el segundo, «Ventana secreta, jardín secreto», la idea surgirá de algo tan simple como es asomarse a una ventana que apenas tiene sentido y uso, y que ofrece una perspectiva nueva y casi secreta de un jardín.
«Los lagolieros» (originalmente, «The langoliers»; no sé a qué viene el cambio langolieros-lagolieros), no parece un relato, a priori, muy original. Es otro de tantos en el que un grupo de individuos que no tienen nada en común, salvo el estar compartiendo espacio por unas horas (en este caso un avión que hace la ruta Los Ángeles-Boston), viaja a otra dimensión temporal. Personas que se habían quedado dormidas en pleno vuelo y que, al despertar, descubren que prácticamente todo el pasaje y la tripulación han desaparecido. Por suerte, entre ellos hay un piloto para hacerse cargo de los mandos, a lo que se suma un inglés con un oscuro pasado militar capaz de mantener a raya al típico psicópata que se cuela en esta clase de relatos de King, en el que tampoco falta el niño, esta vez una niña ciega de diez años, con cierto poder psíquico.
El grupo ha atravesado una grieta temporal y viajan a un pasado que va desapareciendo, con el peligro de que ellos también se desvanezcan devorados por los lagolieros, unas formas que no me han convencido, pero cuya función horripilante.
He de reconocer que King es capaz de causarme angustia con sus historias, pero en esta, en el largo acto dentro del vuelo 29 de la American Pride hasta Bangor, hay momentos en los que sentí miedo gracias a un terror sutil y al extraño amargor que destilan todos los personajes.
Pero, por desgracia, como sucede con otros relatos y novelas de King, el final me ha parecido forzado y de telefilm.
Por si os interesa, hay una adaptación televisiva de 3 horas («Langoliers: viaje en el tiempo», 1995), en la que King, siempre liándola, juega a ser coguionista.
«Ventana secreta, jardín secreto» es un relato bastante más corto que «Los lagolieros». Es un cuento en el que King coloca de protagonista a Mort Rainey, un escritor (un alter ego), al que hace pasar las de Caín con uno de los miedos más tangibles del de Maine: el pánico que le causan los fanáticos. En esta ocasión no tenemos a una mitad enfermera-mitad asesina, lectora acérrima de las aventuras de Misery, la heroína de novelas románticas; sino a un hombre con un aspecto muy particular que responde al nombre de John Shooter y que acusa al famoso escritor de haberle plagiado un relato de 7.500 palabras, algo que al supuesto perjudicado le sienta mal, demasiado mal. La cosa va a más, pues el visitante comienza a ejercer una violencia brutal para que reconozca el plagio. Mort se resiste a pesar del sentimiento infundado de culpa: a Shooter afirma que escribió su versión en 1982 y Mort sabe que él publicó la suya en 1980, pero no tiene la prueba física, no tiene en su poder la revista en la que se editó. Serán tres días de pesadilla los que le concede Shooter para probar que es inocente.
Como lectura digamos a nivel de entretenimiento, «Los lagolieros» es mucho mejor pues tiene mucha más acción y tensión. «Ventana secreta, jardín secreto» prácticamente se desarrolla en el interior de una casa en el lago Tashmore (como sucede con el coche en «Cujo), pero la narración de King describiendo el pozo de desesperación en el que se va hundiendo Mort es sensacional y desasosegante porque, aunque el protagonista sea un escritor de éxito, no deja de ser un hombre colocado ante una situación inesperada e insalvable que atenta contra su propia cordura. Diría que hay mucho en este relato de lo que ya leímos en su día en «Resplandor», aunque sin elementos paranormales (o eso parece, salvo con ese broche final que a King siempre se le resiste), con una realidad física o no tanto.
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