Guardia de televisión: reseña a la primera temporada de «Velma» (2023)

Título original: «Velma». 2023. Episodios de 23 min. EEUU. Dirección: Charlie Grandy (Creador), Anne Walker Farrell, Cal Ramsey. Guión: Charlie Grandy, Akshara Sekar, Mindy Kaling. Personajes: Hanna-Barbera Productions

Si tengo que decir que «Velma» es una mierda, lo digo, pero me ha entretenido aun cuando la mitad de los chistes no me hayan hecho especial gracia y me parezca una constante tontería

Parecía imposible, algo irrealizable, pero Mindy Kalling lo ha conseguido: parir un producto con el que wokistas y antiwokistas, progres y no progres, todos los colores vistos y por haber sobre el planeta Tierra, etc., se han puesto de acuerdo en calificarlo con la nota más baja jamás vista en la era digital (quizá ya batida), destronando la versión de acción real de Dragon Ball.

Como diría Jesulín: im-prezionante.

Y os preguntaréis por mi opinión. Bien. Pues os voy a sorprender: a mí me ha gustado.

Vale, vale. Tranquilidad, amigos.

Antes de nada me gustaría explicar la raíz de todo el problema con la serie «Velma», según mis pocas entendederas, y es que Kalling tuvo la desafortunada idea de tomar de base un producto audiovisual clásico, por eso de la nostalgia, para darle una vuelta que pocos se han tragado. Deciros que yo no era muy fan del original de Hanna-Barbera. Me resultaban graciosos Scooby y Shaggy, pero no hacía mucho caso a lo demás. Mirad que hasta ahora ni sabía cómo se llamaba el rubio… Sin embargo, hay una legión de seguidores del original y este reinicio, aunque con una animación de calidad sobresaliente, no le ha gustado ni un poquito. Más bien les parece un insulto porque es como si Kalling, en su “homenaje”, se hubiera defecado encima de la panda de Misterios SA (Mystery Inc).

¿Qué le habría costado haberse servido de otros personajes posteriores en plan «Ghostbusters: Afterlife»? Los hijos, los nietos, unos chavales del pueblo que encuentran la furgoneta… Algo que dejara a salvo el cuarteto que deambula por la tele desde 1969.

Esto ha sentado muy mal a los fans porque ven destrozado ese diamante en el culo de una cabra que es un recuerdo infantil inmortalizado: lenguaje y situaciones adultos, tacos a la cadencia de una ametralladora M-60 en los brazos de Rambo y una revisión de los personajes con bastante mala leche (los cuatros (junto a todas las figuras de Crystal Cove) son unos pringados), y un largo etcétera.

A la zaga están todos los que se han ofendido por las más diversas razones: porque se burla de esto, porque se burla de aquello, porque Velma es una descendiente india, porque además de india es una fracasada, porque hay inclusión racial forzada, porque… Creo que si los chistes y situaciones hubieran aparecido en «South Park», «Padre de familia» o «American Dad» nadie se habría movido del tiesto más de la cuenta. Es más, trasladar lo de Velma a estas tres series sería como echar agua a un vino ya aguado porque no llegarían ni a la altura del betún a su humor rasposo e hiriente.

Mindy Kalling, de ser una endiosada, ha pasado a ser una enmierdada. Así podría resumirse toda esta historia, como si la responsabilidad, en vez de solidaria, fuera suya en exclusiva.

«Velma» es una comedia autodestructiva en cuanto al mito de Scooby Doo y sobre el origen de la propia pandilla de Misterios SA que no ha convencido al público y tampoco a gran parte de la crítica, quien la ha puesto a caer de un guindo ya sea por un inconsistente tono humorístico (Rendy Jones), sufrir de precuelitis (Darren Franich), ser una animación para adultos que no entiende la animación para adultos (Randy Meeks)  o, lo que más sufren los fans, carecer de la más mínima reverencia hacia el material original (Joshua Alston). Yo podría estar de acuerdo con todo; es más, si tengo que decir que «Velma» es una mierda, lo digo, pero me ha entretenido aun cuando la mitad de los chistes no me hayan hecho especial gracia y me parezca una constante tontería.

Me ha entretenido y punto. ¿Se podría haber hecho algo más potable? Por supuesto. Le falta enfoque y dirección, pero ya no se puede hacer nada para remediarlo.

 

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