Guardia de televisión: reseña a la primera temporada de «Miércoles» (2022)

Título original: «Wednesday». 2022. Episodios de 45 min. EEUU. Dirección: Alfred Gough (creador), Miles Millar (creador), Tim Burton, James Marshall, Gandja Monteiro. Guion: Alfred Gough, Miles Millar, Kayla Alpert, April Blair, Matt Lambert (basándose en los personajes de Charles Addams). Reparto: Jenna Ortega, Catherine Zeta-Jones, Luis Guzmán, Gwendoline Christie, Christina Ricci, Emma Myers, Jamie McShane, Hunter Doohan, Georgie Farmer, Moosa Mostafa, Riki Lindhome, Yoko Tanaka, Joy Sunday

Choque intergeneracional en un marco conocido, familiar, pero distinto, como es el mundo de los Addams

Parecía que nunca llegaría, pero es que venía con retraso. A toda velocidad y sin hacer caso a las advertencias y a los avisos, un tren expreso llamado «Miércoles» se ha llevado a «Stranger Things» por delante, destrozando de paso su marmóreo pedestal de haber sido la serie de Netflix más popular y con más visionados. No es de extrañar si el producto de los hermanos Duffer lleva agotado un par de temporadas y a que, si he de aguantar a adolescentes, la verdad, prefiero vérmelas con los que se agolpan tras los muros de la Academia Nunca Más.

«Miércoles»
es una serie sencilla, con pocos cambios de vía, y con un plantel y un público potencial hormonalmente exacerbado
. Su trama para nada es sorpresiva, resultando que la investigación policial se juega con un mazo con sólo dos cartas, pero su alma es capaz de enamorar a los adultos gracias al sello de calidad que estampa Tim Burton al conducir una comedia gótica y negra bastante soft y agradable de ver. Es más, a mí me ha encantado.

A lo largo de ocho capítulos acompañaremos a Miércoles Addams, siempre cáustica e incontrolable, por los oscuros pasillos de la Academia Nunca Más (cualquier parecido con la Escuela de Magia y Hechicería de Hogwarts es “pura casualidad” (guiño, guiño)), un centro educativo privado para marginados, léase, gorgonas, vampiros, licántropos, sirenas, etc., donde, además, Gómez y Morticia se conocieron iniciando un pegajoso idilio al que nunca han dejado de añadir melaza. Por mucho que le pese a la señorita Addams, Nunca Más se presenta como un último recurso y no le queda otra que tragar tras un incidente en su anterior instituto, con una piscina, unas pirañas y un testículo de menos en la entrepierna de un abusón. Pero las reticencias de Miércoles se justifican también en la alargada y profunda huella que su madre dejó en las aulas durante su etapa escolar, algo que no ayuda a suavizar su tensa y distante relación maternofilial. 

Rarita incluso entre los alumnos raritos de Nunca Más, Miércoles chocará de inmediato con la estratosférica directora Weems y con la hipocresía generalizada en Jericho, un pueblo fundado por el  tenebroso puritano Joseph Crackstone, oportunamente blanqueado gracias al turismo y a celebraciones de concordia entre normis y marginados. Tampoco sus nuevos compañeros parecen del gusto de Miércoles, siendo que al instante se gana una archienemiga, la sirena Bianca, y le toca de compañera de habitación a Enid, una chica excesivamente dada a las recargadas muestras de afecto y a vomitivas sobredosis arcoíris, una lobi cuqui que es incapaz aún de transformarse en licántropo para malestar de su madre y que es todo lo contrario a lo que representa Miércoles Addams.

Miércoles aborrece Nunca Más y planea huir de su nueva prisión, y casi lo consigue, pero nuestra protagonista aparece en unas fechas en las que se sucede una serie de terribles asesinatos en los aledaños de la Academia. Como no podría ser de otro modo y no sólo porque sufre dos intentos de asesinato, la siempre suspicaz e inquieta Miércoles, con la ayuda de Cosa y de algunos de los amigos que hace para “su desgracia”, se dejará arrastrar por la fuerte corriente de un torrente de sangre y mutilaciones que es ocultada por la oficina del alcalde y del sheriff, aflorando en su ser la necesidad de proteger a sus compañeros y el amor, algo que nunca expresaría en palabras y gestos.

Esta serie y, más en concreto, Tim Burton (por ser la cabeza más visible del proyecto tras las cámaras) se vieron sometidos a una brutal y absurda campaña de acoso y desprestigio en redes sociales que, en mi opinión, no es nada espontánea. No es que me produzca urticaria reproducir algunos mensajes, sino que ahonda la vergüenza ajena que me merece el género humano con exceso de tiempo libre. ¿Quién estará realmente detrás de todo esto? Tim Burton lo sabrá perfectamente, mas callará. Y yo también voy a callar, pues no voy a perder el tiempo en esto, como tampoco en babosear, como babosean muchos, con los pasos de baile de Jenna Ortega en eso tan yanqui como es el baile de instituto (para algunos, la muchacha no debe haber hecho más en toda la serie).

El nivel entre los actores, entre los adultos y más conocidos y los jóvenes y más anónimos es equilibrado, desarrollando a la perfección ese choque intergeneracional en un marco conocido, familiar, pero distinto, que es el mundo de los Addams. Eso sí, el desarrollo ambiental de Jericho y la Academia no es sólido: no sé, en Nunca Más, aparte de plantas carnívoras, ¿se estudia algo más? A lo que se suma que el plan del malvado de turno adolece de cierto fallo de guion.

La presentación, a pesar de algunas carencias argumentales, es sobresaliente y el personaje de Miércoles Addams interpretado por Jenna Ortega es genial, atractivo y ferozmente mordaz (diría que, incluso, es sexy). Sí, es una serie para adolescentes, pero no es vulgar y complaciente pues tiene ese toque siniestro tan de Burton, aún con una óptica profundamente amable y divertida que realza el sabor. En definitiva, es una comedia gótica para un público más amplio de lo que a priori se anuncia, que no echa mano de nostalgia alguna y con el punto negativo de que la trama es lineal, sin sobresaltos y con ciertas aristas.

Redes sociales aparte y a la espera de nuevas polémicas y barbaridades, aguardamos una segunda temporada, aunque sabemos que, a fecha presente, cualquier proyecto incubado en plataformas digitales puede ser desechado de forma fulminante por la razón que sea.


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