Guardia de televisión: reseña a la miniserie «Las mariposas negras» (2022)

Título original: «Les papillón nois». 2022. 6 caps. De 59 min. Francia. Dirección: Bruno Merle (Creador), Olivier Abbou (Creador), Olivier Abbou. Guión: Nicolas Duvauchelle, Niels Arestrup, Axel Granberger, Alyzée Costes, Alice Belaïdi, Brigitte Catillon, Philippe Brenninkmeyer, Sami Bouajila, Lola Créton, Marie Denarnaud, Henny Reents, Mohamed Makhtoumi, Franck Andrieux, Nicolas Wanczycki, Rodolphe Pauly, Clara Blanchet

Una miniserie que me ha tenido como medio loco a medida que iba desgranando cada episodio

Adrien Winckler es un escritor que está pasando por un insalvable bache creativo. Desde que publicara su primera obra no ha sabido dar con la fórmula, no ya para repetir el éxito inicial, sino para escribir algo que se pueda considerar potable. La razón es simple: a pesar de su capacidad para “encontrar las palabras exactas”, únicamente brilló una vez porque contó una historia dura, cruda y real, la suya propia. Y en mitad del ojo del huracán contacta con él un anciano llamado Albert Desiderio, quien desea contratar a Adrien para que escriba un libro relatando buena parte de su biografía. Adrien acepta el encargo y le da igual meterse entre pecho y espalda cientos de kilómetros casi todos los días para desplazarse hasta la casa de su arrendador: necesita el dinero y, al final de cuentas, bien merece la pena, ¿por qué? Porque Albert, junto a su amada y desaparecida Solange, fue regando las carreteras de Francia con los cadáveres de decenas de hombres a los que daban caza de una forma poco original pero efectiva. Y porque Adrien desconoce que un hilo muy fino lo une a esa pareja de asesinos, así como al resto de personajes cuyo destino se vio alterado en el pasado por la acción de estos dos amantes que se ponían a cien tras cada asesinato.

La historia comienza con dos niños “de la vergüenza”, en plena década de 1950, con Albert y Solange (nombre ficticio creado por Albert), que inmediatamente deriva en la adolescencia de ambos, en una playa donde Solange es agredida sexualmente por uno de los dos hermanos que acaban de conocer. Solange se defiende y acaba hundiendo un sacacorchos en el costado del chaval. Albert, para proteger a su querida Solange, ahoga al otro hermano, testigo del crimen. Hasta ahí la cosa va hasta normal, pero, girando en torno a una espiral psicopática, bajo el control absoluto de Albert, la pareja adopta una afición muy particular con la que amenizar sus vacaciones anuales: salir de cacería de violadores y celebrar la pieza cobrada manteniendo tórridas relaciones sexuales junto a los cadáveres aún calientes y sangrantes.

Los días que pasa Adrien con Albert lo hunden en un pozo de celos, alcohol y sexo. Por si fuera poco, Adrien se siente perseguido por unos extraños recuerdos de infancia que lo asaltan en sueños; Adrien, cuyo padre, Vin Winckler, falleció tiempo atrás; Adrien, un niño que tuvo que dejar su infancia en Bruselas junto a su madre Catherine y que fue repudiado por los Winckler. Adrien, un tipo difícil que Nora, su novia, muchas veces se ve incapaz de soportar.

Junto a esta línea está la de un policía, David Carrel, obsesionado con los asesinatos sin resolver que trufaron las carreteras francesas durante la década de 1970, con un mismo modus operandi. Su obsesión lo lleva a identificar al miembro masculino de la pareja de asesinos. Un policía que fue un niño cuyo destino, como ya he dicho antes, se vio alterado, como en el caso de Nastya, la artista que vendió su primer cuadro a Albert Desiderio.

Pero, claro, ¿todo lo que cuenta Albert y registra Adrien en su grabadora es la verdad? A fin de cuentas, es solo su versión de los hechos.

Deciros que esta miniserie me ha tenido como medio loco a medida que iba desgranando cada episodio. Es brutal en todos los sentidos, aunque se abuse de la sangre, la violencia y el sexo duro. El aspecto visual es capital, sobre todo en los momentos de introspección sobre la carretera, que resultan perturbadores; una carretera que te acerca y te aleja de la infecta biografía personal de Albert Desiderio, donde todo aquel que se acerca acaba enfangado.

Choca la tranquilidad con la que Adrien charla con un asesino en serie confeso, y el capítulo quinto, desde el comienzo, cuando a Adrien le es revelado el vínculo (radicalmente distinto a lo que yo sospechaba), es un compendio de sinsentidos hasta que con el sexto y último la cosa vuelve a su cauce. Ese quinto capítulo es el que desnorta al propio personaje principal, quien regresa a la primera línea de la escena literaria y es padre de un niño; que encierra esa noche en la que Adrien comienza a tener miedo de sí mismo.

Con el último capítulo parece que todo tiende a resolverse, a contarnos la verdad real, aunque nos dejan con ganas de saber más, qué sucederá a continuación. Como en la novela de Adrien, nos falta un último episodio que para nada se resuelve con la escena escondida (cómo no) en los créditos y que relata de forma correcta el recuerdo de infancia que asalta a Adrien constantemente.

La miniserie es brutal como la historia de amor que describe: intensa, tóxica y destructiva, pero de amor a fin de cuentas.


No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.