Guardia de cómic: reseña a «El rey de las polillas», de Carlos Morote y Ángel Abellán (2021)

Grafito editorial, Valencia
2021
ISBN: 978-84-120092-5-5
128 páginas

No esperéis un final feliz de cuento de Disney, porque esta obra, que me parece sobresaliente, tanto al guión como al dibujo, rezuma realismo sin que su hilo sobrenatural le reste fuerza

Ángel Abellán acertó de pleno en la composición de la portada para esta obra. No pasa desapercibida y, con ella, ya hizo la mitad del camino para que yo o cualquiera coja un ejemplar y se lo lleve a casa, sin haberse leído siquiera la sinopsis de contraportada y haber pasado muy a vuela pluma algunas páginas.

la verdad es que me esperaba un thriller policíaco con algún tinte de terror, pero no lo que he acabado leyendo. Ojo, que me ha gustado y mucho esta particular lectura sobre relaciones de pareja que se rompen y sobre las tensiones del convivir con aquella persona con la que te has comprometido. Una historia en la que se introduce un elemento perturbador que, en alguna de sus apariciones, me ha puesto los pelos de punta.

La narración guarda una simetría extraña, pues, en mi opinión, aunque la voz en off de Ele es algo muy importante para entender el mensaje, sobre todo al final, queda un poco en fuera de juego con el relato paranormal en sí y el nudo. Pero mejor os voy explicando un poco de qué va «El rey de las polillas», la cual se centra primero en la relación entre Ele, un comercial del “Triángulo” de lectores que quiere romper las paredes de cristal que se obceca en levantar y que lo alejan de su verdadera meta que es la de ser dibujante de cómics. Por suerte, Ele tiene a su lado a Tonya, una científico muy despistada cuyos olvidos y sustos os harán soltar más de  una carcajada, y que lo apoya al 100%. La narración en off de Ele nos adelanta su “próxima” (entrecomillado, pues habla en pasado), ruptura con Tonya, algo de lo que no es capaz de explicarse cómo sucedió.

Ese fin de relación sucede durante la celebración de su cuarto aniversario como novios y es provocada por un ser cuya llegada se anticipa con la aparición de decenas, cientos, miles de polillas; un ser demoníaco y terrorífico que se nutre de los sentimientos de las personas y que las deja huecas y con solo lo malo, sembrando el rencor entre las parejas, y que no se detendrá ante nada. Un ser al que solo Tonya es capaz de ver y hasta enfrentarse, aunque sea una de sus víctimas. Tonya y también Jen, una agente de la Policía local que vive un momento insoportable por la reciente muerte de su madre, la deriva final de su anciano padre y una cierta tirantez con Pablo, su pareja.

Obviamente, ambas están llamadas a cooperar y a enfrentarse al monstruo, al rey de las polillas. Pero no esperéis un final feliz de cuento de Disney, porque esta obra, que me parece sobresaliente, tanto al guión como al dibujo, rezuma realismo sin que su hilo sobrenatural le reste fuerza. Los personajes, todos, me parecen tan naturales como sus diálogos. Más que un guión, parece una traslación a papel de personas de carne y hueso, tanto en sus expresiones como en sus acciones y recuerdos.

En cuanto al dibujo en sí, tiene cierto aire digamos caricaturesco por buscar una etiqueta, pero sin exagerar (lo agradezco sinceramente), y la composición está más cerca al manga que al cómic europeo, y no lo digo por la distribución en tres líneas de viñetas por página y una longitud total de 120 páginas, a las que no les sobra ni un punto. Es más que probable que esta historia pudiera presentarse en un formato más cercano, en un álbum más fino y de dimensiones superficiales más amplias, en vez de en 17x24, pero creo que se acertó de pleno.

Aunque los autores se presentan como unos cachondos (solo hay que leer sus miniobiografías en la solapa y los cameos de los representantes de la editorial que los publica), y el tono general de los dibujos son divertidos y con colores muy vivos, no es una historia para divertirse y pasar a otra cosa, sino que sirve para profundizar en las relaciones humanas y amorosas con, como ya he dicho, un apego al costumbrismo, sin exageraciones, con asperezas, con lágrimas y con incomprensibles momentos de silencio. Sin vencedores y sin vencidos.

Y todo ello con unas dosis de acción y terror que martillean con fuerza el corazón de esta historia.


 

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