Guardia de cine: reseña a «Encanto» (2021)
Una narración floja y con demasiados aspectos que la hacen desmerecer
Los de la Disney siguen con su tarea de hacer flipar a los estadounidenses con la rica cultura que se viene gestando desde hace siglos al sur de esa marca que ellos mismos se impusieron en el río Grande tras la guerra con Méjico (pisoteando de paso parte de esa herencia española que se extendía hasta el Canadá). Otra película de animación que, más que nunca, no es apta para epilépticos y fotosensibles, cosa que no lo digo yo, sino la propia productora. Aunque con lo que fliparían yanquis y rednecks es con la propia familia Madrigal, integrada por blancos, mulatos y negros en uniones interraciales: ciencia-ficción en el Septentrión anglosajón.
Para la ocasión se ha echado mano del realismo mágico iberoamericano. Es muy complicado dejar pasar esos detalles, aunque sean mínimos, de Macondo y la saga de los Buendía, aunque sin fusilamientos, guerras perdidas, plantaciones plataneras, abducciones, gitanos en alfombras voladoras y un desarrollo personal extenso para todos los intervinientes.
Todo gira alrededor de la familia Madrigal, bendecida por una vela milagrosa que concede “talentos” a sus integrantes y una protección a una comunidad frente al exterior. Y, cómo no podría ser de otro modo, el protagonismo se centra en el único miembro de la familia a la que la vela no concedió poder alguno: su nombre es Mirabel.
Mirabel es una joven que trata de sobrellevar esta particular maldición con su bondad, optimismo y amor por su familia, pero que se siente muy inferior con respecto a sus hermanas (sí dotadas), así como no se le pasa desapercibida la frialdad hacia ella de su abuela, la matriarca del clan.
La historia en sí, tras la desilusión de Mirabel años atrás, comienza con la ceremonia de su primo Antonio. Es posible que se vuelva a repetir el fracaso de Mirabel, mas, por suerte, no es así, pero esa misma noche la protagonista advierte cambios en la casa mágica que protege a su familia. La fuerza de la vela milagrosa muestra signos de agotamiento y aparecen grietas que, al principio, solo Mirabel parece ver. Todo esto llevará a un curso en el que Mirabel tendrá que descubrir el verdadero sentido de la última profecía de su desaparecido tío Bruno: salvará a su familia y al milagro o las condenará.
La narración en sí flojea y la película posee demasiados aspectos que la hacen desmerecer, al menos a quien escribe estas líneas. Apenas tiene carga dramática y la dotación coral de la familia Madrigal es humo, pues no existe desarrollo. Los colores y diseños son maravillosos, preciosos, pero también vertiginosos y mareantes. No es que no sea recomendable para fotosensibles por su excesivo brillo, es que parece una experiencia de LSD embotellada en un DVD, y no de las buenas.
Pero lo peor de todo es que he tenido que activar el menú de subtítulos para enterarme muchas veces de lo que se decía. El que esté en español latino no es el problema. El problema es la velocidad que se imprime a diálogos y canciones (excesivas en número para mi gusto). Por ejemplo, la primera pieza, que sirve de presentación de Mirabel y de todos los integrantes de su familia, es incomprensible en más de un 70%. Encima, los subtítulos no casan al 100%. Aunque el sentido sea el mismo, no casan. Y otro tanto sucede con el resto de los cortes musicales, por lo que se pierde mucho. Y menos mal que no contrataron a Shakira para la ocasión…
Conozco a gente oriunda de Colombia y hablan como ametralladoras, pero… ¡Hmpf!
Otro punto negativo es que se han plagiado movimientos gestuales de anteriores cintas sin ningún pudor. Mirabel es un trasunto de Judy Hopps (incluso tiene su misma actriz de doblaje), y es complicado no ver a Alfredo Linguini por cualquier lugar. Incluso el número musical de Luisa se parece demasiado a la actuación de Gazelle al final de «Zootrópolis».
Me resulta una película decepcionante y a años luz de «Coco».
Post a Comment