Guardia de cine: reseña a «Reservoir Dogs» (1992)

Título original: «Reservoir Dogs». 1992. 99 min. EEUU. Dirección: Quentin Tarantino. Guión: Quentin Tarantino. Reparto: Tim Roth, Harvey Keitel, Chris Penn, Steve Buscemi, Michael Madsen, Lawrence Tierney, Randy Brooks, Kirk Baltz, Edward Bunker, Quentin Tarantino, Burr Steers

Impactante ópera prima de Quentin Tarantino que termina siendo una parábola sobre la lealtad y la amistad

De «Reservoir Dogs» he oído de todo. Desde que es una maldita maravilla dramática hasta que es una morcillada inaguantable, razón ésta por la que muchos huyen como alma que lleva el Diablo con solo oír hablar del amigo Quentin.

Para mí, ni lo uno ni lo otro, pues, para empezar, se nota mucho que es el estreno de Tarantino tras la cámara en un proyecto de gran envergadura. Ahí están bien visibles todos los ingredientes con los que irá condimentando y especiando sus siguientes películas (casi podríamos asegurar que Tarantino se autoplagia, mas, ¿cómo puede uno autoplagiarse su propio estilo?), pero se nota que le faltaban tablas (obviamente).  

De lo segundo, sí, hay sangre por todos lados. Creo que Tim Roth fue rociado con más falso líquido vital que el que encierra un cuerpo humano normal, pero nadie puede negar que Tarantino tiene mucha mano para que sus personajes sean lo más directos y naturales, como si en vez de seguir un guión hiciera un calco de la vida real.

La historia de «Reservoir Dogs» es la de un atraco frustrado a una joyería por parte de un grupo de criminales reclutados para la ocasión por un mafioso local y su hijo. Desconocidos entre sí, solo pueden dirigirse por los coloridos sobrenombres que se les ha adjudicado: Blanco, Rubio, Rosa, Marrón, Azul y Naranja (espero no dejarme a nadie atrás). Todos unos malditos profesionales del sectorpero algo sucede durante el robo que lleva a generar entre los supervivientes una sospecha. Para empezar, ¿por qué a Rubio se le va la cabeza y comienza a disparar como un loco a los rehenes y arruina todo el plan? Y, para terminar, ¿cómo es que apareció tan de repente la Policía? La respuesta para esta última pregunta parece simple: en el grupo hay un policía infiltrado. ¿Quién?

A pesar de la coralidad inicial, en la que Quentin Tarantino se cuela como actor (el señor Marrón), únicamente para exponer su teoría de que “Like A Virgin” de Madonna trata sobre una chica aficionada a las pollas gigantes y para acabar con un “balazo” en la frente durante la huida, todo se reduce a Harvey Keitel (Blanco), Steve Buscemi (Rosa), Tim Roth (Naranja) y Michael Madsen (Rubio), con apariciones importantes y esporádicas del reclutador, Joe Cabot, y su hijo, Eddie. Y de entre estas cuatro piezas, las líneas a las que apunta Tarantino son las de Rubio y  Naranja.

Rubio (de quien sabemos que se llama Vic Vega), es un perro fiel a Joe Cabot, aunque afirme ir por libre (“Yo no tengo jefes”). Es el tipo más peligroso del grupo, el que justifica la matanza que él mismo ha provocado sin inmutarse mientras se enciende otro cigarrillo; quien no le importa torturar y quemar vivo al agente de policía que ha secuestrado para poder huir de sus perseguidores. Pero es fiel. Un tipo que se ha tragado una condena de cuatro años de prisión por una cagada, sin delatar a Joe ni a su organización; no ha mordido la mano que le da de comer y dicha mano está muy agradecida. El premio por una lealtad animal está asegurado.

Naranja es un policía infiltrado y hace tan bien su papel que Blanco no puede creer que él pueda ser el traidor del grupo, tanto que no solo quiere salvarle la vida a toda costa mientras se desangra como un cerdo en un coche y en el almacén que opera como punto de encuentro de la banda, sino que lo defiende a punta de pistola cuando las acusaciones son dirigidas hacia él. Naranja, moribundo y conmocionado por lo que ha hecho Blanco por él, no puede mantener más la farsa: Blanco es su amigo, a pesar de que los separe la fina línea que traza la LeyNunca nadie lo había defendido y protegido de esa manera, por eso la confesión tiene el doble de dramatismo, privándonos Tarantino de saber cómo termina el asunto.

Ópera prima muy remarcable que, aún así, muestra, como ya he dicho, a un director en pañales. En muchos momentos no se le ve capaz de saber dónde ni cómo poner la cámara si no la ha dejado fija durante un intercambio dialéctico entre sus personajes (al contrario que con la banda sonora original). La historia es la que os he contado. Puede que la violencia sea excesiva, aún cuando Tarantino tenga el decoro de ahorrarnos, apartando el objetivo, de ver como Rubio le corta la oreja al policía que ha secuestrado. En realidad, no era nada que a fecha de su estreno no se hubiera visto en otras cintas, entre tiros de fogueo y bolsitas de sangre falsa estallando por doquier. Quizá el detalle esté en el costumbrismo del argumento, que es lo que más impacta


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