Guardia de cine: reseña a «Palabras que burbujean como un refresco» (2021)

Título original: «Cider no Yō ni Kotoba ga Wakiagaru». 2021. Japón. Dirección: Kyōhei Ishiguro. Guion: Dai Satō

Corta y simple, pero cargada de simbolismo en las palabras e imágenes, como los haiku

En mi empeño por cubrir buena parte de mis noches en vela con la ayuda del anime japonés, la parrilla de Netfilx se presenta como una imponderable aliada, aunque no siempre logre convencerme. Y escogí esta película en concreto por el título tan extravagante que tiene, pues sé que, en ocasiones, otras del mismo estilo suelen encerrar auténticas joyas, como sucede con «Quiero comerme tu páncreas».

«Palabras que burbujean como un refresco» podría confundirse con el típico filme light de amor adolescente nipón, siempre superficial y que explosiona gracias a un encuentro fortuito. Y así es como comienza. Los protagonistas, un chico y una chica, se conocen por accidente pues, de otro modo, sus vidas jamás se hubieran cruzado. Cherry es un chaval tímido y apocado que siempre viste cascos, pero no para escuchar música, sino para aislarse del ruido circundante, y prefiere expresarse mediante poemas haiku que sube a Internet y nadie leeSmile es una chica extrovertida y adorable que es muy conocida en las redes sociales, siendo que una de sus características principales de su fisonomía la totalizan sus prominentes paletas o dientes de conejo que no le importaban de niña, pero que ahora, de adolescente, prefiere corregir con un aparato, aunque no soporte que nadie lo sepa y vea, razón por la que oculta parte del rostro tras una mascarilla.

Y por un accidente que, aparte de un moratón, hace que confundan sus aparatos de móvil, Smile se va acercando a Cherry, a ese apocado y amable chico que sustituye a su madre en su trabajo en el centro de día para ancianos del centro comercial local; un quinceañero al que nada parece atarle a lugar alguno y que va organizando la mudanza de su cuarto con semanas de antelación a la fecha en la que se marchará junto a sus padres hacia un destino desconocido para el espectador.

Como los haiku, «Palabras que burbujean como un refresco» es una narración simple, llana y muy hermosa, entregada a la emoción visual del espectador, llegando a activar los conductos lacrimales ante la historia del anciano señor Fujiyama y el disco de vinilo que no se cansa de buscar, que no es otro que el álbum musical que publicó su esposa cincuenta años atrás. Un disco que necesita volver a escuchar para no olvidar la voz de la que fue su gran amor y que la Muerte se llevó cuando aún era muy joven. Pero también la de Cherry y Smile, que sale a flote con suavidad, hasta que el chico se atreve a leer en voz alta y en público sus haiku al final de la cinta para declarar su amor a una muchacha que será su único espectador.

Mucho antes de llegar a los títulos de crédito, mi cara esbozaba una sonrisa espontanea y algunas lagrimillas se precipitaban por las mejillas para perderse en mi barba (sí, soy así de blando, ¿pasa algo?). Tenía la impresión, quizá desacertada aunque me da igual, de que la película poco o nada tiene para merecer una crítica negativa salvo que nadie se ha molestado en subtitular o poner una voz en off para que nos pudiéramos enterar de las innumerables frases en japonés que se acumulan en pantallas de móvil, paredes, paneles, anuncios… tanto en hiragana como en kanji (puede que la culpa fuera mía). Sobre todo me refiero a los haiku de Cherry que uno de sus colegas grafitea por toda la ciudad y de cuyo contenido nada retenemos aquellos que no pasamos de las primeras lecciones del curso básico de Nihongo descargado de una página de Internet. Me sentía como si me faltara por ver parte de la película, aunque no me haya impedido comprenderla.

Narración ligera de un amor de estío y que, al menos a mí, me ha animado a adentrarme en el género de los haiku.


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