Guardia de televisión: reseña a la primera temporada de «Bruja escarlata y Visión»
«Bruja escarlata y Visión» es una serie atractiva y muy bien realizada, donde se nota que no solo Wanda Maximoff ha mamado televisión
Desconozco si fue primero la gallina o el huevo, al igual que si fue antes el cómic o la televisión, pero en los EEUU tienen la, para el que suscribe, muy fea costumbre de obligar al lector y espectador a dar saltos de rana, de un nenúfar a otro, para enterarse del principio, desarrollo y desenlace de una trama. Ciertamente, es habitual encontrarse con la jugarreta entre las viñetas dedicadas a las aventuras de los superhéroes más coloridos, donde una historia puede tener su inicio entre los muros de la escuela de Charles Xabier, su nudo junto con un Spiderman necesitado de pagar el alquiler y su punto final con El Castigador reventando criminales con una bonita M60 bajo el brazo, por ejemplo. Todo con la “sana” intención de hacerte adelgazar el bolsillo con la compra de líneas editoriales que no despiertan encanto alguno en lo más hondo de tus entrañas. Y, hoy día, la cosa ha ido a mayores y hasta hay que echar mano también de libros, series de televisión y otras películas para saber qué pasó aquí o allá con este personaje principal o con aquel mamarracho del fondo. A mí me resulta harto irritante, pero mi voz es la de un ratón afónico en mitad del caos de una metrópoli de intereses y proyectos que ven felizmente la luz gracias a las plataformas digitales.
De lo último de MARVEL me llamó la atención, y desde el primer día, «Wandavisión», más que nada porque no entendía lo que veía en los adelantos: un argumento enlazado a modo de homenaje continuo a distintas y míticas series de comedia de situación, desde «El show de Dick Van Dyke» a «Modern Family», sin por ello olvidarse de «La tribu de los Brady», «Los problemas crecen» o «Malcom». Me puse con esta «Bruja escarlata y Visión» empujado por la necesidad de saciar mi curiosidad y relajar mi atónito semblante.
A lo largo de los escasos nueve capítulos de paupérrima duración (25 minutos a excepción del final de temporada, que llega a los 45), veremos cómo Wanda Maximoff lidia con su tragedia personal una vez se deshaga el plan de Thanos. Sorprende reconocer por ahí a Visión, totalmente desubicado, más que nada por cómo terminó, pero… Bueno, da igual.
Wanda y Visión se mudan como matrimonio al pueblecillo de Westview, Nueva Jersey, viviendo cada día en una serie de televisión distinta, arrancando en la década de 1950. Pasan desapercibidos y se integran en la sociedad, pero las escenas cómicas darán paso a instantes de confusión, cuando algo “se sale del guión establecido”. Durante los dos primeros episodios nos adentraremos en exclusiva en un mundo de realidad inducida, donde Wanda podría bien estar en coma o en poder de algún villano que juega con sus sueños. Las preguntas vienen y van, pero el flujo se ralentiza sin que deje de colarse una inquietud sin nombre entre Wanda y el espectador.
Una vez terminada esta primera temporada, uno se queda satisfecho, pero perplejo al oír hablar de luchas fratricidas en despachos, entre fuerzas antagonistas que quieren dar luz verde a una segunda remesa de capítulos y las que quieren darle carpetazo y cancelarla, pues la historia no está cerrada ni mucho menos. Solo rezo para que no haya que recurrir a otra serie o algún cómic perdido que esté aún por publicar para saber qué se va a suceder a Wanda y a Visión.
«Bruja escarlata y Visión» es una serie atractiva y muy bien realizada, donde se nota que no solo Wanda Maximoff ha mamado televisión, pero para mí ha sido destronada por «Loki», una serie protagonizada por nuestro dios del engaño favorito y que cuenta con una carga dramática de mayor profundidad y una complejidad como solo un mundo Dickeano puede crear; una serie de la que hablaremos cuando llegue el momento, que no os quepa la menor duda.
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