Guardia de literatura: reseña a «Cuando fuimos dioses», de Olga Romay Pereira


CORONA BOREALIS
Primera edición: 2020
ISBN: 9788412250817
410 páginas

Primera parte de una ambiciosa bilogía centrada en la figura de Ptolomeo que es capaz de transportarnos al Pasado

Lo que te queda bien claro cuando lees una novela firmada por Olga Romay, es que esta autora está en posesión de unos amplísimos conocimientos respecto a los periodos históricos en los que ambienta las tramas a las que dedica sus desvelos creativos. Ya me percaté del asunto con su obra «Los hijos del senador», con todo lo concerniente a la sociedad, cultura, costumbres, leyes, etc., de la antigua Roma, y también aquí, con la Macedonia de Alejandro y sus territorios conquistados. En los detalles está la punta del iceberg del estudio y ésta es una de sus fortalezas.

«Cuando fuimos dioses», primera parte de una bilogía dedicada al insigne Ptolomeo, parte de los últimos días de agonía de Alejandro Magno, aquejado por una terrible enfermedad y rodeado por sus generales en un palacio de Babilonia, muchos de ellos más preocupados por el pedazo de pastel imperial que les tocará en suerte tras la muerte de su líder que por llorarle. Pero también están las esposas de Alejandro y los supuestos herederos, legítimos e ilegítimos, pues el monarca conquistador no designó sucesor en vida; y otros tantos personajes ficticios que parecen de menor calado, pero que tienen su papel en la historia.

Se puede entender que la lanza argumental la lleva el general Ptolomeo, uno de los guardaespaldas de Alejandro, cuya unión con el conquistador irá más allá del plano mortal. Es el germen de una nueva dinastía que se enfrentará a enemigos como el general Pérdicas y a conspiraciones palaciegas, así como se someterá a amargas alianzas para sobrevivir y conservar el trono. Sin embargo, la ambición de Romay es la de escribir una obra coral, plagada de personajes muy dispares, como el judío Absalón y la sacerdotisa Ipue; la hetaira Thais, a la que repudiará Ptolomeo por orden divina; el eunuco Bagoas y el sacerdote Nimlot, etc. Y, tras todos ellos, una corte de personajes que permiten un fresco vibrante de aquella época y de aquellos palacios y guerras.

Como soy un práctico ignorante sobre este periodo histórico, me ha gustado ir de la mano de Olga e ir descubriéndolo, aunque sea indiciariamente, pues la voluntad del autor, sobre todo si se dedica a la docencia, es que sus “lectores/alumnos” piquen en la curiosidad y sigan ellos solos, aunque sea en la Wikipedia.

Eso sí, he de confesar que la lectura de este «Cuando fuimos dioses» es como ir en una bicicleta de piñón fijo. Me explico: cuesta al principio cogerle el ritmo. El primer capítulo se me hizo muy empinado, demasiado rijoso. Luego, una vez planteada la acción, todo fue por inercia hasta la última página, aunque echándose en falta que no se indicara entonces que la historia continúa en una segunda parte aún por publicar (al menos, yo no he dado con semejante hito). De esto último estaba avisado por la autora; alguien sin esa información podrá sentirse un tanto contrariado.

Los capítulos en sí son cortos y aquellos que rompen la regla están dotados de descansos, lo cual a mí siempre me ha ayudado e incitado a seguir leyendo, y entiendo como una forma muy inteligente de presentar la historia por parte de Olga. Eso sí, al ser ésta su forma de presentación, uno descubre la infinidad de errores de puntuación y otros que en la editorial no se ha sabido solventar. Se ve a las claras que se ha abandonado tan desagradable tarea al autor, lo cual es un traspié, pues al tener la historia en la cabeza, éste no los detecta. Errores, eso sí, que van desapareciendo hacia el ecuador, pero resurgen hacia el final. Es una lástima, la verdad, pero no pueden desmerecer la obra en general.

Otro punto negativo, que no lo es tanto, es el empleo de abruptos saltos temporales. Me explico nuevamente: encontramos eventos sobre los que se dedica una gran profusión de páginas, pero en el siguiente capítulo igual han pasado varios meses, cuando no años, lo cual provoca cierto vértigo en aquellos ignorantes de la Historia como yo. También la reiterativa saña entre personajes de distintas culturas que, aunque ingeniosa en términos e imágenes, resulta un abuso.

¿Tengo ganas de saber cómo concluye la historia, lo que pasa con todos esos personajes? Pues sí. Aunque habrá que ser paciente.


No hay comentarios

Con la tecnología de Blogger.