Guardia de cómic: reseña al cómic «La Aguja», de Simor Spurrier, Jeff Stokely y André May

 

Título original: «The Spire»
Boom Studios, 2018
Editorial Planeta, Barcelona
2018
ISBN: 978-84-9146-995-7
196 páginas
Spurrier escribe sobre un futuro distópico, centralizando toda la narración en una megaciudad que se alza en medio de la nada más absoluta. Una historia puramente policial en un marco postapocalíptico y con ciertas dosis de una fantasía muy suavizada

«Blade Runner» con «El cristal oscuro» pasando por «Mad Max». No es del todo literal, pero así es como explicó el guionista Simon Spurrier que era su guión titulado «La Aguja» para “embaucar” de nuevo al dibujante Jeff Stokely en uno de sus locos proyectos, junto con la promesa de darle absoluta libertad creativa a la hora de adaptar ese mundo extraño a medio de un trazo simple muy cercano al manga (pudiendo apreciarse ciertas referencias a la obra «Nausicaa»).

Y yo podría decir que sí, que es una mezcla de ese tipo, aunque tampoco llega a tanto.

«La Aguja» es una historia de investigación policial en un escenario y con unos personajes bastante particulares. Habría funcionado bien incluso con un ambiente más real (en nuestro universo), salvo por cuando se desvela el secreto final que nos puede dejar con un palmo de narices, porque sí que es inesperado: fui incapaz de seguir hacia dónde me dirigían exactamente los flashbacks relativos a un incidente sucedido treinta y tres años antes de la acción principal y en el que estuvieron implicados todos los que van cayendo ante la mano asesina de un tal Quebrador de almas, un extraño criminal que pasa a ser la prioridad número 1 de la capitana Shå de la Guardia de la Ciudad.

Spurrier escribe sobre un futuro postapocalíptico, centralizando toda la narración en la Aguja, una megaciudad que se alza en medio de la nada más absoluta, que se cierra hermética a la atmósfera contaminada que ha afectado genéticamente a aquellos que, tiempo atrás, la respiraron más de cuenta, creando razas humanoides mutantes con diferentes aspectos físicos, capacidades y hasta poderes. La política del recientemente fallecido barón fue la de fomentar la convivencia pacífica (cosa no siempre fácil) entre humanos y distorsionados (denominados esculpidos por ser un término más amable), algo con lo que nunca han estado de acuerdo los zoarimes, una poderosa tribu del páramo de corriente ideológica fanático religiosa y racista. Y es justo la muerte del anterior gobernante de la Aguja y el ascenso al poder de su primogénita lo que da el pistoletazo de para que el asesino comience a actuar, arrebatando la vida de personajes de todo estrato social que no parecen tener mucha relación entre sí. Al cargo de la investigación está la capitán Shå, de la raza de las Medusas y que mantiene una relación sentimental, secreta y lésbica con la hermana menor de la nueva baronesa. La vida accidentada de Shå da un vuelco (más) cuando las altas esferas la presionan para dar con un asesino que tiende a subir escalafones hasta amenazar directamente a la baronesa madre Juletta; mientras, en los pisos inferiores, el descontento se revuelve contra los mutantes, más aún cuando los zoarimes hacen campamento frente a las puertas de la ciudad, acompañados por una terrible máquina de guerra de los tiempos antiguos.

Cuando se lee «La Aguja», se disfruta mucho del personaje de Shå, por su insolencia y desparpajo. Su personalidad casa a la perfección con la del policía con gancho y que piensa deprisa. Junto a ella hay una coral de individuos difíciles de clasificar y que van desde su novia hasta un extraño ser volador y malhablado de nombre Pag, que es una gárgola mensajera. Cada personaje representa un aspecto social de la Aguja y de las tierras baldías que la rodean; todos tienen algo que decir y hacer, aunque, sin duda, Spurrier ha dedicado todo su tiempo a Shå y a hacer girar todo en torno a ese flashback con el que arranca cada capítulo, algunos de los cuales se te hacen muy cortos.

Si te gusta la ciencia-ficción postapocalíptica con tintes de fantasía (que no pasa del diseño, pues no existe magia ni nada más, salvo mutantes), adornando una historia puramente policial, éste es un buen libro con el que pasar un rato entretenido.

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