Guardia de televisión: reseña a la miniserie «Traición» (2022)
Título original: Treason. 2022. 5 episodios de 42 min. EEUU. Dirección: Louise Hooper, Sarah O'Gorman. Guion: Matt Charman, Amanda Duke. Reparto: Charlie Cox, Olga Kurylenko, Ciarán Hinds, Avital Lvova, Kevin Harvey, Oona Chaplin, Joe Macauly, Beau Gadsdon, Samuel Leakey, Adam James, Tracy Ifeachor, Alexandra Guelff, Brian Law
La serie va de engaño en engaño, de manipulación en manipulación, de corrupción en corrupción, sin que dejar tecla sin tocar
Si habéis estado atentos, aunque sea sólo al 5%, os habrá llegado el rumor de la existencia de esta miniserie. Parecía que todo el mundo cacareaba sobre ella, como si en la vida no hubieran visto un thriller más enrevesado, pasando por alto sus carencias, claro está.
Traición resume en su título justo lo que vamos a presenciar en pantalla. No te puedes fiar de ningún personaje, ni siquiera de la mujer o de su mejor amigo. Ni siquiera del protagonista, Adam Lawrence, quien es coronado como nuevo C del MI6 tras el atentado contra la vida de sir Martin Angelis. Lawrence, cuya carrera hasta lo más alto ha sido amadrinada en la sombra por Kara, una agente rusa que querrá aprovecharse de su tutelado. Vamos, el argumento es el típico que quita el sueño a los británicos desde la década de 1960: la infiltración de un topo en lo más alto de la Inteligencia nacional, a lo que se suman las maniobras extranjeras para manipular elecciones.
La miniserie sólo tiene cinco episodios que casi retratan cinco días desde el punto de partida. Los dos primeros son prácticamente infumables, siendo que el tercero es todo un puntazo y, desde ahí, todo se encarrila aún perdiendo la cuenta de traiciones, alianzas y enemigos que no lo son tanto y amigos que es mejor evitar. Y diría que buena culpa del sentimiento de apatía que inoculan esos dos primeros episodios al espectador se la debamos al personaje de Maddy Lawrence, la esposa del protagonista: exmilitar y quien ha formado familia con uno de los hombres en puestos más altos de la jerarquía del M16 que se comporta como una idiota, a lo que se suma la hija, Ella. Me explico: cuando Adam es nombrado C, para ella no es de recibo que la vida de familia no se vea alterada porque, ahora, tienen que ir con escolta, el marido ha de desaparecer a horas intempestivas, es más reservado en casa… ¡Es el maldito Control, por el amor de Dios! ¿Qué se esperaba? Además, si ya estaba Adam en lo más alto, ya tenían escolta las 24 horas, no sé a qué viene semejante tontería más que la de plantar en un tiesto a un par de tontas que se limitan a cometer estupideces desde el minuto 1. Por suerte, Maddy es un personaje al que se le da la vuelta y termina teniendo un papel clave.
La serie va de engaño en engaño, de manipulación en manipulación, de corrupción en corrupción, sin que se deje tecla sin tocar, ganando fuerza a medida que se alcanza el clímax y se desvela el pastel, incluso la identificación del agente doble británico nombre en clave Dorian, quien es confundido por Adam y que Kara lleva persiguiendo quince años para vengar la muerte de su equipo sucedida en Bakú. Tiene todos los elementos propios de un thriller de espionaje al uso. La pega son esos dos primeros episodios y, si hay que buscarle algo más positivo, es la excusa de poder admirar de nuevo a la bella Olga Kurylenko en pantalla (la cual se cuela en casi todas las producciones del género que nos llegan).
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