Guardia de televisión: reseña a la primera temporada de «Los hombres del SAS» (2022)

Título original: SAS Rogue Heroes. 2022. 6 episodios de 52 min. RU. Dirección: Tom Shankland, Stephen Woolfenden. Guión: Steven Knight basándose en la obra de Ben Macintyre. Reparto: Sofia Boutella, Jack O’Connell, Dominic West, Connos Swindells, Alfie Allen, Theo Barklem-Biggs, Corin Silva, Bobby Schofield, Moritz Jahn, Paul Boche, Tom Hygreck, Jason Watkins, Tom Glyn-Carney

Descarada, vibrante y anacrónica, Los hombres del SAS es una serie que mezcla rock, pólvora y ficción histórica sin demasiados miramientos por la verdad, pero con una indiscutible energía narrativa

Ben Macintyre, como un dragón de Tolkien, no debe tener ya mucho sitio donde meter todo el dinero que ha ganado gracias a su infatigable labor recopiladora y narrativa en torno a la Segunda Guerra Mundial. Ensayos que han llegado a infinidad de manos… y también a la cada vez menos “pequeña” pantalla.

Su análisis histórico sobre los primeros tiempos del regimiento del Special Air Service en la obra Los hombres del SAS: héroes y canallas en el cuerpo de operaciones especiales británico puede que sea de lo mejor que se haya escrito al respecto, tanto antes como después de ver esta serie. Por eso mismo no me voy a detener en los hechos que se narran en esta primera temporada, que culmina con la captura del “comandante fantasma”, David Stirling, en enero de 1943. Para eso ya están Wikipedia y, mejor aún, el propio libro de Macintyre, donde figuran nombres como Dudley Clarke, el propio Stirling, Jock Lewes y Paddy Mayne. Aunque ya os adelanto: la ficción tuerce los trazos rectos de la Historia.

Con una puesta en escena que remite (para bien) a Malditos bastardos, la serie destila un innegable aroma a Tarantino. No sé si Peaky Blinders —obra también de Steven Knight— será parecida, ya que no he tenido el gusto, pero el estilo visual aquí se apoya claramente en el cine bélico de los años 60 y 70, aquel donde pululaban James Coburn, Clint Eastwood, Telly Savalas o Donald Sutherland. Películas con protagonistas de moral ambigua y gatillo fácil. Todo ello bien aderezado con una banda sonora anacrónica pero efectiva, como hicieran en su día Sofia Coppola o el propio Tarantino: una mezcla rockera y metalera dominada por AC/DC y Motörhead, que funciona como cóctel etílico explosivo (aunque eché de menos algo de Suffragette City, de Bowie).

Pero todo lo brillante tiene su reverso. ¿Dónde está el de Los hombres del SAS? En el plano puramente histórico.

La espía francesa Eve Mansour, amante de Stirling, es invención pura. Y la figura de Paddy Mayne tampoco parece ajustarse a la realidad: ¿de verdad era así de tarado? Estamos hablando de un tipo que lideró el SAS durante casi una década. Además, lo presentan como un hombre de clase baja (pero con rango de oficial), resentido contra los terratenientes… cuando en realidad era hijo de uno y estaba estudiando Derecho en la universidad antes de alistarse.

Tampoco resulta exacto el despliegue inicial del SAS tal como se muestra en el tercer capítulo: una operación liderada por Stirling que, en la vida real, le habría valido un consejo de guerra por negligencia. Cierto es que una tormenta de arena desbandó a la unidad y provocó bajas, pero también hubo soldados abatidos por el enemigo y otros capturados.

Y si algo roza el esperpento es la presencia de los espías Eve Mansour y Dudley Clarke. Solo les falta un rótulo de neón sobre la cabeza y un megáfono para anunciar sus tejemanejes con las altas esferas de Churchill y De Gaulle. La propia Eve entra en la oficina del servicio secreto británico en El Cairo como quien se pasea por una tienda del zoco. Por favor…

Dicho esto: la serie es entretenida, alocada, y no por ello deja de ofrecer reflexiones sobre la guerra como gran fracaso de la humanidad. Solo hay que saber separar la ficción pop de la historia documentada.


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