Guardia de televisión: reseña a los tres primeros capítulos de la primera temporada de «Cormoran Strike» (2017)

Título original: C. B. Strike. 2017. 60 min. RU. Dirección: Michael Keillor. Guion: Tom Edge, basándose en la obra de Robert Galbraith. Reparto: Tom Burke, Holliday Grainger. Música: Adrian Johnston

Seguiré con el esfuerzo de seguir haciendo que veo la serie de Cormorán Strike por la simple razón de que en casa ha gustado

Podría parecer pretencioso escribir una reseña habiendo visto solo tres capítulos de la primera temporada, pero en este caso lo considero justificado. Estos tres episodios funcionan como una película completa, adaptando íntegramente la primera novela de la saga escrita por J.K. Rowling bajo el seudónimo de Robert Galbraith (un alias que apenas duró dos meses tras su publicación).

Cormoran Strike es la serie de televisión que adapta esta saga de novelas. Aunque ya va por su sexta temporada, confieso que no me ha despertado el interés para continuar viéndola. No he leído las novelas originales y, en cuanto al género policíaco, reconozco mi preferencia por las adaptaciones audiovisuales sobre las literarias. Desconozco si mi opinión habría sido diferente de haber conocido primero la obra en su formato original, aunque probablemente sea irrelevante.

La serie me ha parecido una de las propuestas más insustanciales que he visto en mucho tiempo. A pesar de no pertenecer a la generación TikTok, pasé gran parte de estos tres episodios con la mirada en el móvil, pues nada de lo que sucedía captaba mi atención (y aun así, podía seguir la trama sin dificultad).

En cuanto a los personajes, resulta agotador encontrarse nuevamente con el arquetipo del investigador atormentado (en este caso, detective privado) que arrastra traumas descomunales y los exhibe constantemente ante los espectadores. Estoy hastiado de estos personajes que cargan con el peso de todos los pecados, que fuman sin cesar, beben descontroladamente y mantienen una tristeza perpetua sin derramar una lágrima. En esta ocasión, Cormoran Strike es hijo de una estrella del rock con quien no mantiene relación y ex soldado británico que perdió una pierna en Afganistán. Por más elaborado que suene el personaje, me dejó completamente indiferente.

A este protagonista insípido se le suma Robin Ellacott, una joven de clase acomodada que, repentinamente, encuentra su vocación como secretaria y asistente de un detective privado acosado por deudas y amenazas de desahucio.

Reconozco que mi decepción puede derivar de haber esperado algo similar a Slow Horses. En la saga creada por Mick Herron, Jackson Lamb también está marcado por su pasado, pero no lo convierte en el centro de su existencia para el espectador. Es un personaje misterioso con sustancia propia que, aunque lleva una vida autodestructiva, no busca la compasión ajena.

La trama de El canto del cuco comienza con la muerte de la supermodelo Lula Landry, rápidamente clasificada por la policía como suicidio. Sin embargo, John Bristow, hermano de Lula, acude a Strike convencido de que fue asesinada. Strike y Bristow se conocen desde la infancia, pues el detective era íntimo amigo de otro hermano fallecido. Strike acepta inmediatamente el sobre con el pago y comienza su investigación, enfrentándose a un muro de amenazas y desdén.

El desarrollo nos lleva por fiestas de la alta sociedad, el mundo de la moda, familiares conflictivos y un pasado turbio que permea toda la historia. Todo desemboca en una resolución que, prestando suficiente atención, resulta predecible, pues la identidad del asesino está sugerida en el propio título de la novela.

La fotografía y el montaje ocasionalmente evocan a la serie Sherlock (2010), pero carece por completo de su ingenio y humor, mostrando un ritmo que, si bien no llega a ser soporífero, resulta ciertamente insípido.


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