Guardia de cómic: reseña de «Las guerras de Lucas», de Laurent Hopman y Renaud Roche (2024)

Título: Las guerres de Lucas
NORMA EDITORIAL, 
Barcelona
Traducción: Eva Reyes de Uña
Primera edición: abril de 2024
ISBN: 978-84-69-6932-0
208 páginas

La novela gráfica que debe leer todo aficionado a Star Wars que se precie

Al contrario de lo que me ha sucedido con otros títulos biográficos, con los que no me he encontrado jamás a gusto porque la persona y el arco temporal eran imposibles de abarcar en un solo tomo, con Las guerras de Lucas me he sentido como en casa. Es una obra cuya lectura no quería abandonar, a pesar de que, a primera vista, parezca ser un simple compendio de fechas, datos y descripciones de eventos extraídos de un fondo bibliográfico muy extenso y que acompaña el álbum, en su sección de extras.

Fue todo un acierto que Las guerras de Lucas se enfocara fugazmente en la infancia y adolescencia de Lucas, para luego centrarse de forma más generosa en sus primeros pasos como cineasta y en la preproducción, filmación y posproducción de La guerra de las galaxias. Esta no es una novela gráfica que lo quiera abarcar todo: sabe qué nos interesa y eso es lo que nos da de una forma dinámica y sin fricciones.

Es una maravilla de lectura. Otro guionista y otro dibujante, dedicándose a desgranar así la vida y obra de otro cineasta, habrían fracasado estrepitosamente. 

La novela gráfica arranca con dos eventos traumáticos para Lucas, diferenciados en el tiempo, pero bien engarzados: el colapso que sufrió a los 32 años, durante la posproducción de La guerra de las galaxias, y el brutal accidente de tráfico que casi le segó la vida el 12 de junio de 1962 Un evento posterior se enlaza con otro anterior para presentarnos a un niño y a un adolescente, soñadores, rebeldes e inconformistas, pero también tímidos y apocados. Acompañamos luego a Lucas en sus estudios de cine, su primer corto, su primera película… y conocemos a Steven Spielberg, a Francis Ford Coppola y a Brian de Palma, así como a su esposa, la montadora de películas Marcia Lou Griffin (Star Wars existe principalmente gracias a ella), a los productores Gary Kurtz y a Alan Ladd Jr.; incluso al compositor John Williams. Esos —digamos— capítulos son deliciosos para el lector y el aficionado a Star Wars, y moldean una copia en papel de un hombre que no cejará en el empeño de alcanzar un sueño: no perder la infancia. Un sueño que tenía todas las papeletas para malograrse ante la falta de confianza que despertaba en los directivos de la 20th Century Fox el proyecto de Lucas.

La historia en sí se recrea mediante flashes que van más allá de dos simples viñetas. A pesar de las constantes y necesarias cartelas, la sensación no es la de ser meros fríos testigos de unos sucesos acaecidos hace medio siglo. Hay lugar para la pasión, la amistad, el amor, la tristeza, el humor... Y lo interesante comienza cuando los problemas se van amontonando alrededor de Lucas: productores que reniegan de la película incluso antes de empezar la filmación, personal que considera al director un bicho raro y antipático, actores que se llevan mal (o demasiado bien), técnicos que chocan con Lucas porque quería controlarlo todo, un equipo de efectos especiales que no trabaja, un guión que no se entiende… Se retrata lo que podría haber sido la crónica de un fracaso anunciado, del final de la carrera de un cineasta que brilló demasiado pronto.

Y todo eso, y más, está presente en una novela gráfica que no cae en la pesadez de un ensayo histórico. A ello ayuda también el estilo de ilustración escogido, simple y solvente, en blanco y negro, interrumpido únicamente por unas notas de color sabiamente escogidas y que resaltan determinados elementos y viñetas.

No me canso de repetir que leer esta novela gráfica es un placer. Eso sí, me ha sonado raro que se muestre a sir Alec Guinness como un actor que se sintiera ninguneado por Lucas cuando éste decidió matar a Obi-wan Kenobi. Yo siempre he estado en la creencia, fomentada por muchos programas de cine que he visto a lo largo de las décadas, que Guinness odiaba Star Wars con todas sus fuerzas y que se sentía estúpido interpretando aquel mítico papel por el que no volvería a tener problemas económicos en lo que le restaba de vida.

La novela se presenta en la contraportada como el reflejo fiel de unos eventos reales, aunque ya se nos advierte que es una biografía no autorizada y los diálogos son ficcionados. Pero cada etapa de la obra se apoya firmemente en libros, artículos y entrevistas que se relacionan al final, junto a varios bocetos de Roche (en su web podréis encontrar mucho más material y arte conceptual de este autor relacionado con Star Wars). Como escritor de contados ensayos y cómics históricos, me imagino que Laurent Hopman habrá actuado movido por la necesidad de cubrirse las espaldas ante los autoproclamados inquisidores titulados que le despellejarían invocando el mantra “no has leído los suficientes libros antes de escribir tu bazofia de guión”. Me conozco al personal. Aunque, repasando la biografía de Hopman, periodista y editor especializado en prensa cinematográfica y televisiva, el autor debe saber de qué escribe.

No sé qué más deciros de estas doscientas páginas que, como aficionado a Star Wars y miembro de la generación X, me han resultado deliciosas.


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