Guardia de televisión: reseña a la miniserie «El quinto día» (2023)

Título original: «Der Schwarm». 2023. 8 episodios de 46 min. Alemania. Dirección: Frank Doelger (creador), Barbara Eder, Luke Watson, Philipp Stölzl. Guión: Steven Lally, Marissa Lestrade, Chris Lunt, Michael A. Walker (novela de Frank Schaetzing). Reparto: Alexander Karim, Cécile de France, Barbara Sukowa, Leonie Benesch, Joshua Odjick, Krista Kosonen, Takuya Kimura, Oliver Masucci, Kari Corbett, Sharon Duncan, Jack Greenless, Takehiro Hira, Dutch-Barre Johnson

Excesivos cabos sueltos que no conducen a ninguna parte y que se deshilachan con suma facilidad en lo que tildaría como la decepción de año

Ésta fue una producción que apesta a rancio en su forma e, incluso, en su mensaje; aquel propio de las películas de catástrofes y de advertencia que tan poco poso siempre han dejado en el comportamiento general humano para nuestra desgracia. Otro de esos títulos en los que participa un dédalo de países aportando actores que hablan un mismo idioma con distintos acentos. De ciencia-ficción sin mundos exóticos que visitar ni viajes espaciales en los que entretenerse con cualquier pijería. 

La de «El quinto día» es una historia ambientada en el Presente y que alerta de nuestra propia extinción rubricada por eso de lo que hacemos tanta gala a diario y que se nos da tan bien: joder el planeta.

En «El quinto día», producción muy ambiciosa pero que yo calificaría de frustrante e incompleta, somos testigos al otro lado de la pantalla plana de unos acontecimientos muy extraños que van in crescendo: nuevas especies marinas que aparecen en la superficie, langostas que transmiten una virulenta enfermedad mortal, ballenas que atacan y hunden barcos, contaminación del agua por baterías, impredecibles tsunamis que arrasan cuanto se encuentran en su camino… Acontecimientos que llevan a los Estados al borde del colapso y que forman parte de un sistema de defensa-ataque de una criatura o inteligencia marina (la denominada como YRR), que ya habitaba la Tierra en la época de los dinosaurios y que se deja ver en el Polo. Una inteligencia cuya única intención lógica es la de apartar a los humanos de las costas y recluirlos en el interior de los continentes, bien lejos. Un ente con el que hay que contactar y hacerse entender para exhortarle que detenga sus ataques. Pero, claro, esta serie de televisión, que cuenta con unos finales de capítulo que te cortan la respiración, únicamente está dotada de cierto interés en los últimos tres episodios (de ocho), cuando el reparto coral se une y se embarca hacia el Ártico. Hasta entonces, salvo un poso de ciencia, nada nos aporta o nos atrae la vida personal de los protagonistas, excesivamente grises y mecánicos. O, al menos, a mí no me interesaba lo más mínimo, acorde con el resto de la serie en sí, donde hay demasiados cabos que no conducen a ninguna parte y que se deshilachan con suma facilidad en lo que tildaría como la decepción de año. Decepcionantes fueron sus cinco primeros capítulos, así como el final del octavo, donde no se alcanza ninguna resolución palpable, quizá por la supuesta creencia de los responsables de hacer méritos para engañar a los del dinero para dar luz verde a una segunda temporada que no sé ni si estará en la mente de nadie. Espero que sea eso, porque sólo me golpeo los pies y la frente con afilados interrogantes dispuestos por doquier: ¿Qué pasa con la chica infectada con YRR? ¿Qué pasa con los que se quedaron atrapados en el buque? Y eso por reducir tanto signo de interrogación a dos cuestiones.

Un poco de LSD a base de CGI, una playa donde renace o resucita un personaje y títulos de crédito, y así termina «El quinto día». Vale, muy bien. Sois muy graciosos. Esto es como comprarte un cucurucho con helado, comerse el barquillo y tirar todo lo demás.

Como amante del mar y la ciencia-ficción esperaba muchísimo más.


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