Guardia de literatura: reseña a «¿Quién mató al embajador?», de Alberto Vázquez-Figueroa
Plaza & Janés Editores SA, Barcelona Colección Los Jets de Plaza & Janés 13ª edición: mayo de 1994 ISBN: 84-01-49069-3 254 páginas |
Interesante y supuesto thriller que analiza la Iberoamérica de los años 1970 en sus aspectos más censurables
Nunca he sido muy dado a la literatura de Alberto Vázquez-Figueroa, más que nada porque o la leía forzado o, cuando lo hacía de forma voluntaria, el editor me engañaba con una falsa sinopsis de contraportada.
De todo lo que ha pasado por mis manos hasta la fecha, salido del puño y letra del de Santa Cruz de Tenerife, esta novela con aspiraciones de thriller político, escrita en plenos años 1970, es lo que más me ha gustado. Y digo aspiraciones de thriller político porque, en realidad, no lo es tal; es un artificio para tratar lo que en realidad, según mi opinión, pretendía publicar Vázquez-Figueroa. Lo primero que ha de chocarle al lector es la exhaustiva narrativa, con un esfuerzo desmesurado por parte del autor, respecto a la línea argumental protagonizada por Huasi, un indio desgraciado a más no poder, que fue expulsado del campo y arrojado a la ciudad donde malvive sin trabajo y sin posibilidad de llevar alimento a su mujer y sus tres hijos. Es la personificación del sparring donde van a parar todos los golpes de la injusticia social en la Latinoamérica más a flor de piel de la época (y que tampoco debe haber cambiado en demasía casi cincuenta años después). Su deambular por entre vertederos, calles y páramos, con un poncho raído y los pies descalzos, mudo ante la humillación que lo va enloqueciendo, con el hambre apretando cada vez más fuerte, es una narración descarnada y asfixiante, aunque con la pega de dar a entender, de forma equivocada, que los males de esta gente única y exclusivamente surgen con la llegada de los conquistadores y los blancos, como si hasta entonces vivieran todos en una suerte de Jauja ajena a las injusticias, la esclavitud, el abuso, etc., pero no es la cuestión aquí.
«¿Quién mató al embajador?» es la historia de los más desheredados sobre la Tierra y, para ello, Vázquez-Figueroa prefiere ambientar su denuncia novelada en un país andino y con acceso al mar que se saca de la manga y que denomina Esmeraldas o, de forma más rimbombante, la República bolivariana de Esmeraldas, otro territorio gobernado por dictadores militares que ejercen el más absurdo absolutismo, pero sometidos a presiones e intereses extranjeros, principalmente estadounidenses, que tanto hicieron y deshicieron y que solo quieren arramblar con las riquezas subterráneas, donde afloraron movimientos revolucionarios por la democracia o por el comunismo, donde los burgueses jugaban a representar a los pobres (cosa que sigue de plena vigencia), etc.
Del tronco o matriz de Huasi se desligan los eventos puramente políticos tras el secuestro del embajador norteamericano por miembros del Ejército Revolucionario de Esmeraldas: la conjura militar para derrocar el gobierno dictatorial, los movimientos para que figuras representativas de la sociedad apoyen el cambio de rumbo nacional, la intervención brutal y sin escrúpulos de elementos anticomunistas, luchas de poder autodestructivas, el falso entendimiento de la injusticia por aquellos que no la sufren… La dramática radiografía de la Hispanoamérica de los años 1970 a fin de cuentas, poniendo en primera línea algo que queda tan mal en portada salvo cuando hay que crear cierto malestar en los bien alimentados que es la pobreza y el hambre extremas.
Más que un título para la novela, Vázquez-Figueroa, cuando escribe la palabra FIN y cierra la novela, nos lanza de nuevo esa pregunta: ¿quién mató al embajador? Quién o quiénes o qué. Quizá todos.
La verdad es que he disfrutado mucho de la lectura de esta novela que, por algún casual, rescaté de una expurgación de libros.
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