Guardia de cine: reseña a la película «65» (2023)

Título original: «65». 2023. 93 min. EEUU. Dirección: Scott Beck, Bryan Woods. Guión: Scott Beck, Bryan Woods. Reparto: Adam Driver, Ariana Greenblatt, Chloe Coleman, Nika Williams

Tenía muchas ganas de ver este film protagonizado por Adam Driver, aún sospechando que no iba a ser algo más sesudo que un shoot'em up... Y no me equivocada demasiado

Driver interpreta al piloto interestelar Mills, un ser procedente de una galaxia muy lejana (y de un tiempo aún más lejano), que acepta encargos que lo apartan de su hogar durante largos periodos, hasta dos años, para así pagar el costoso tratamiento médico que recibe Nevine, su única hija. Su último trabajo será trasladar a unos colonos a un punto determinado del cosmos, sin que se tenga muy claro por qué y para qué. Durante la travesía, la nave chocará contra un campo de asteroides y Mills se verá forzado a “aterrizar” en el planeta más cercano, que no es otro que la Tierra de hace 65 millones de años, a escasos dos días de que un meteorito gigante arrase su faz, dando lugar a la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno.

Al principio, Mills se cree el único superviviente, hasta que el ordenador de abordo le indica que una de las cápsulas de criogenización, que durante la reentrada salieron despedidas al exterior, funciona y su inquilina sigue con vida. Mills rescatará a una niña, Koa, perteneciente a un pueblo cuya lengua Mills desconoce. Encima, el traductor se rompió durante el accidente, por lo que la comunicación entre ambos será complicada, más si cabe cuando Mills ha de convencer a la pequeña de caminar durante 13 kilómetros por ese inhóspito hábitat plagado de agresivos dinosaurios para dar con la balsa salvavidas de la nave.

A medida que avanza la cinta, descubriremos que Mills se encuentra terriblemente afectado. Su hija Nevine, aquella a la que el piloto estaba muy unido y por la que marchó muy lejos para poder pagarle el tratamiento, enferma grave y repentinamente y muere. Resulta como una sucesión de mensajes como los que dejó Murphy a su padre, Cooper, en «Interstellar», aunque en otro orden, siendo que Mills tendrá que redimirse salvando a Koa, ya que no pudo hacerlo con Nevine.

La cinta, salvo por los sustos, carreras y dientes, poco puede ofrecer al espectador, salvo a un Adam Driver al que se le exprime al máximo en el plano físico. A decir verdad, su papel podría haberlo hecho hasta Mark Walhberg y ojo a lo que digo… Alguien de la talla de Driver merece solo papelones. 

Otro punto que me disgusta es la escasa audacia en el plano técnico. Toda la tecnología que se muestra resulta tan familiar que no pasa por la de una civilización existente hace 65 millones de años. Parecía más bien otro Star Trek de vuelta al Pasado, pero muy pasado.

Y, para ser quisquillosos del todo, no es creíble esa apetencia voraz de todo carnívoro viviente en el valle por deglutir a los dos recién llegados. Lo digo porque, al menos de lo que se ve en documentales, los animales salvajes, al detectar olores extraños, prefieren actuar con cautela. Incluso Smaug, antes de pretender zamparse a Bilbo Bolsón, quiso saber qué era y si representaba una amenaza.


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