Guardia de televisión: reseña a la miniserie «Kleo» (2022)
Es una serie de comando espía en la post Guerra Fría, cargada de momentos hilarantes y absurdos
Ya no me molesto en poner primera temporada ni nada, porque, visto lo visto, no me extrañaría que no hubiera continuación, aunque las escenas de los créditos finales del último capítulo, así como su propio epílogo (bastante agrio), da a entender que la idea aún puede dar juego. Pero ya sabemos cómo se las gastan los de Netflix, que tienen la tijera más rápida del Oeste.
Bueno. Apuntado esto, hablaros de «Kleo», cuya protagonista principal, sol del sistema, es Kleo Straub, una joven entrenada por la STASI para ser una asesina que opere detrás de las líneas del enemigo capitalista. Es la mejor para orgullo de Otto, su abuelo y supuesto único pariente vivo, un gerifalte del Ministerio del Interior, aunque Kleo todavía está lejos de ganar la Makarov de oro, como la camarada Ramona.
Kleo es una chica muy especial. No nos podemos confiar de sus ademanes divertidos, naif e infantiles. Es una asesina profesional cuyo historial no consta en ningún registro oficial y que gusta de matar empleando veneno de pez globo. En algunas reseñas se la ha etiquetado de psicópata, pero yo no tengo tal concepción de ella. Sí que tiene una moral laxa en cuanto al asesinato, por cuanto actúa sin pensar en las consecuencias, pero tiene sentimientos y es muy humana en determinadas escenas.
Antes de que se sospechara el colapso de la RDA, Kleo es enviada al Berlín occidental para que asesine a un objetivo, a un traidor. Y lo hace tan bien que las autoridades de la RFA etiquetan la muerte causada por sobredosis, pero en el local donde sucede todo, el Big Eden, se encuentra de marcha Sven Petzold, un anodino y algo incompetente policía de la sección de Fraudes que es el hazmerreir del departamento y el tormento de su jefe. Sven se fija en Kleo y en que lleva una navaja. Sven no está convencido de que sea una muerte por drogas, sino un asesinato en toda regla orquestado por la STASI, pero no tiene nada y Kleo se esfuma como un mal sueño. Y tanto que se esfuma, pues Kleo es acusada en la RDA de colaborar con el enemigo, todo ello con pruebas falsas y declaraciones en su contra de hasta su propio abuelo. Kleo es enviada a prisión para cumplir cadena perpetua, donde tras una pelea con unas internas sufre un aborto y queda estéril. El saber quién la ha traicionado y el dolor de saber que no podrá ser madre será aquello que la conviertan en una Mamba Negra alemana oriental en toda regla cuando salga a la calle tras la amnistía que siguió a la caída del Muro.
Fue un error meter a Kleo en la cárcel. Más permitir que saliera, pues no va a detenerse hasta saber la causa de su desgracia, conduciéndola hasta una extraña maleta roja, propiedad del ministro del Interior. Cualquier senda se dirige a la maleta roja y tras Kleo irá Sven, tratando de demostrarse a sí mismo y a todos que es un buen policía.
La historia tiene un fuerte aroma a espionaje de alta tensión, pero la propuesta que nos llega desde Alemania (con viaje a Mallorca incluido), es, como poco, original. Es una serie cargada de momentos hilarantes y absurdos, comenzando por muchas de las escenas de Kleo y terminando con las Sven o Thilo, un joven del Berlín occidental que se va a vivir con Kleo y que no hace más que meterse de todo al ritmo de la música tecno y que asegura cumplir una misión para su planeta natal, en Sirio B. Y el resto no se quedan atrás, como el asesino Uwe Mittig, demasiado comunista para ponerse pomada tras hacerse un tatuaje que le cubre media espalda, o la camarada Ramona, cuyo asesinato de Kleo queda interrumpido… No voy a decir más, porque os chafaría parte de la historia.
No hace falta ser un gran conocedor de la Historia preunificación de Alemania, pero vale la pena tener una noción, pues aparecen personajes históricos reales en la trama (como Margot Honnecker). Y la trama va dando giros y despistando al espectador, pues un aliado puede convertirse en enemigo y viceversa en cuestión de segundos o desvelarse un secreto que te deja con cara de tonto y entonando un “pero, ¡¿qué?!”
La serie no es para tomársela al 100% en serio. Sus gags y sus momentos estúpidos aconsejan a ello, pero es muy ágil, divertida y con un toque soft a Tarantino que es una maravilla.
¿Habrá segunda temporada? No lo sé, pero yo me apuntaría a verla.
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