Guardia de cómic: reseña a «Betelgeuse (Los ciclos de Aldebarán 2)»
Título original: «Betelgeuse» Planeta DeAgostini, Barcelona 2010 ISBN: 978-8467469578 236 páginas |
En Aldebarán-4 las cosas se han tranquilizado y la colonia vive en paz con la mantriz, la cual sigue siendo estudiada de cerca por el Instituto dirigido por Alexa y Driss, una organización donde el señor Pad ha encontrado un aburrido puesto fijo. Más y más terrícolas arriban a las ciudades del nuevo mundo y éstas crecen sin parar para hacerles hueco, viviendo un auténtico boom económico orquestado por el gobernador democrático Lópes.
Mark y Kim han pasado varios años en la Tierra. Mientras que el primero ha ido dando palos de ciego y acaba formándose como piloto aeroespacial, Kim se licencia en biología. Ambos han mantenido su relación amorosa hasta que un desliz de Mark provoca la ruptura (no del todo irreversible) en la pareja, siendo que Kim decide poner millones de kilómetros de por medio y regresar a su planeta natal, donde será puesta al corriente de una misión de exploración e inspección para descubrir porqué la nave colonizadora Tsiolkowski perdió el contacto una vez en la órbita de Betelgeuse-6. Alexa no se encuentra anímicamente preparada para formar parte de la misión, por lo que propone a Kim, la cual acepta quizá algo a la ligera. Puede que en aquel lejano astro se encuentre otra mantriz y que sea la causante de la pérdida de comunicación.
Bajo el mando del comandante Wong y con el pegajoso pero bienintencionado teniente Hudson, Kim se desplaza hasta el sistema Betelgeuse, donde encuentra a la nave Tsiolkowski averiada por un virus informático y con dos únicos supervivientes abordo, quienes hacía solo unos días habían despertado de la hibernación (el resto del pasaje murió por congelación), pero, ¿dónde se encuentra la tripulación? Kim no tardará en descubrir que habitan el árido y extraño Betelgeuse-6 separados en dos grupos antagonistas, siendo que el del pueblo del cañón recuerda mucho al planteamiento político desarrollado en «Aldebarán», con una autoridad militar cuasidictatorial en el que las mujeres son destinadas principalmente a la procreación. En el desierto se encuentra el poblado dirigido por la anterior comandante de la Tsiolkowski, quien carga con la culpa de la muerte de casi tres mil personas. Éste último grupo se encuentra muy interesado en una especie animal, probablemente inteligente, llamada Iums; una mezcla entre oso panda y perezoso hiperactivo que no se alimenta (no tiene boca), pero que se sostiene gracias a una especie de pila orgánica que lleva adherida al abdomen.
Junto a Kim, quien se postula como la hembra alpha que enamora hasta al más insospechado (ya te vale, LEO), se agrupan una serie de personajes muy similares a los que la acompañaron durante las aventuras de «Aldebarán». Quienes se han quedado en el planeta natal son sustituidos, más que nada, por los dos supervivientes de la Tsiolkowski, que recuerdan enormemente a José y a Gwen. Incluso parece haber una Ling Li adolescente. Mark Sorensen, el narrador y casi protagonista absoluto de «Aldebarán», es una sombra que permite una vía de comunicación in extremis y el señor Pad no tiene relevancia alguna, a pesar de los muchos capítulos en los que tuvo mucho que decir durante el primer ciclo. Y aunque Alexa aparezca, comprobamos que Kim se apodera de su personalidad, como si en vez de extrañas que se conocieran por casualidad unos años atrás, fueran ciertamente madre e hija.
La Naturaleza que dibuja LEO en este tomo es aún más preciosa y evolucionada que la de Aldebarán. El mensaje ecologista se remarca en el choque entre ambos grupos de colonos, destacando el irreflexivo biólogo de apellido Dixon, quien hasta defiende la manera en la que se colonizó África durante el s. XIX y tiene un gatillo harto fácil. A pesar de lo árido que resulta Betelgeuse-6, los cañones son frondosos, misteriosos y peligrosos. Y el objeto de debate se centra en el derecho de los humanos a colonizar mundos donde ya existan formas de vida inteligentes, así como la posibilidad de contacto con una entidad extraterrestre superior.
Como con «Aldebarán», no tenemos momento de respiro, pero la lectura de «Betelgeuse» es más cómoda, a pesar de que LEO no sea capaz de evitar la narración en off, esta vez por parte de Kim mientras graba sus impresiones como comandante accidental de la misión, ya durante los últimos compases de la obra. Este segundo ciclo es mucho más entretenido y ameno; se deja la estática de estar siempre en un solo planeta, podemos conocer muchísimo más de lo que consta solo en las viñetas: podemos saber cómo se encuentra la Tierra, qué son las Mantrices, cómo es la propia estructura de colonización espacial y hasta con qué se puede encontrar uno en cuanto a especies inteligentes.
Como poco, es un salto evolutivo con respecto a los hechos descritos en «Aldebarán».
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